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reflexiónes desde las cloacas

Héctor Díaz

Historia de la gota que va al río

Historia de la gota que va al río

(Visita también: Héctor Díaz )

La música se pegaba al cristal,
binaria expresión de gotas contagiosas,
resbaladizas, hilachas sin sentido,
sucesión de puntos de líneas asimétricas.
El misterio de una carta inentendible,
el más allá preguntando por la noche,
la comunicación con el pasado,
la imaginación descubriendo esta poesía.
La voz inconfesable de un garganta húmeda,
el amor que ya no esperan mis células cansadas,
el agua como origen y camino del hombre,
la gota, el charco, la laguna, el río.
Entonces, no me importa repetirme,
cada gota, tiene su identidad, su miedo,
corren plácidas, haciendo su destino
mientras con mis ojos,
persigo sus inconfesos recorridos.

Me imagino al río gota a gota, llanto a llanto,
el río que es él y nunca el mismo,
una línea de sucesión de estrellas,
de noches reflejadas
en cada esquina de los tiempos.
De la gotita del cristal, al llanto, al río
no hay más que cuatro cantos,
cuatro noches sin sueños,
para descubrir el barro de la libertad,
la creación, el origen del origen,
el amor y el miedo,
cuatro pasos, para soñar contigo
para dejarme mojar por esa lluvia
llevado de la playa y de tu mano.

El río crece, y en el cristal plasmado
el discurso del hombre agradecido,
agradeciendo, la voz, el lápiz y el caballo
la forma sin dios, ni amo,
la cara informativa de los libros,
el color, el espectro solar, el arco iris
tu mano manejando los contornos,
la nostalgia negra de tus ojos raros,
la alegría del niño, con sus manos jugando.
La gota hecha río, color, a veces pardo, morado
marrón, verde y hasta blanco,
cuando el reflejo del sol va borroneando,
tu recorrido lento de verano.
La flor te lo agradece, el césped, el campo,
el río fue haciendo las ciudades,
la savia, la metamorfosis de las cosas
lo irreversible del amor y de la muerte.

Corriente abajo, en el recodo de la meditación
le diste vida al pie del forastero,
le regalaste la playa necesaria,
para que fuera construyendo
su ciudad, su templo.
Le enseñaste tu soledad, tu temple
y con la ayuda de las manos del tiempo,
humanizaste a los humanos
en sus desesperanzas y tormentos.
Por eso con respeto, sigo el hilo
zigzagueante y eléctrico
en la pulida, fría metafísica del cristal herido
en una noche cruzada de truenos, rayos y desafíos.

Héctor Díaz
2009-11-16

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Gota a gota, tiempo a tiempo

Gota a gota, tiempo a tiempo

(Visita también: Héctor Díaz )

Perdida tarde de invierno
escondida en la memoria,
tenuemente va llegando
con el andar de los tiempos.
Cavilante, la gotita,
suspirando en los cristales,
sucesivamente, corriendo,
como un hilo en la tormenta.
Simfonía de los techos,
va saturando canales,
es la música del trueno,
que se muere en la vereda.
La monótona cascada,
que va bajando del techo,
mientras el olor de la leña
va dibujando a mi abuela.
Sombras despide el brasero,
fantasmas que se entretienen,
mientras llorando ese fuego
su llamas van sin regreso.
El mundo se apiada un tanto
del suave y humilde sueño,
y son seguras las horas
que las va alargando el viento.
Y me va doliendo el horno,
horno de pan del abuelo,
paja y adobe con un algo de revoque,
enfrentado en solitario,
con los miedos de la noche.
A fuerza de otros recursos,
entrecruzamos los dedos,
la pared se va llenando,
con gaviotas y sus vuelos.
Con el premio de la luz
que va dejando el brasero,
las luciérnagas se alzan,
lentamente y sin apuro
acompañando mi sueño.

Chispitas que van al techo,
y se apagan sin consuelo,
mientras se siente el aullido
del viejo guardián, mi perro,
aún me sigue ladrando,
con sus ojitos de bueno,
con sus orejas caídas,
en las memorias del tiempo.
Por eso cuando la lluvia,
me va escribiendo el silencio,
busco las horas tranquilas
gota a gota, tiempo a tiempo.

Héctor Díaz
31/10/2009

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Nacimiento y muerte

Nacimiento y muerte

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Extensa dimensión del pensamiento,
el hombre y su tiempo,
tiempo del hombre y su poesía,
la poesía del tiempo,
y todos los tiempos,
que son los ecos de la poesía del hombre.

Borroneo, para saber quien soy,
indago en el fonema inicial,
la tierra parida por la galaxia,
la soledad primaria,
escondida detrás de la espera,
en el tiempo que no existían las palabras,
el barro y las gotitas de lluvia,
se amaron, para crear la vida.

Inmenso epitelio, de rocas y silencios,
horizontes quebrados, fuegos alucinados
noches de miedo, el sol inaugurando a dios
el alma del mar, con su canto mitológico
esperando la vida de los pies,
y las huellas de nuestros corazones.

Alguna vez vinieron los caminos,
cantos rodados,
la rueda, el fuego, la mirada furtiva
el llanto del niño, la lluvia, la primavera,
el sueño.
Apareció la palabra, en busca de nosotros,
inmensa aventura que inventamos,
fuimos instrumentos de los fonemas,
hicimos sonar nuestras gargantas,
llorando de amor en la rivera
de algún río que reflejaba luna nueva.

Esculpimos nuestra soledad en las paredes,
que nos expulsó del centro de la tierrra,
escribimos en las texturas duras de la piedra,
nuestra soledad convertida en impotencia,
“ Aquí te amé, bien lo recuerdo”
porque sino, no hubiera existido mi existencia.

Te amé, y te amo todavía y te amaré después de muerto,
tú eres el recorrido eterno de ese cosmo,
el cuento de terror en la vigilia,
el libro aquel del cuento de los cuentos,
el duraznero en flor, reventando en verano
la brisa con aliento a salitre, del mar de los albatros
las palmeras en fila marcando en el camino,
del aéreo espacio, las huellas de los vientos.

No somos más que la continuidad,
lo que diga de tí, lo diré de mí,
tu noche es mi silencio, tu dolor,
mi angustia.
Escribo, para saber quien soy
pinto para saber quien eres,
te busco para reconstruir la memoria
del tenue arcoiris después de la lluvia.

Cuando mis sorprendidos ojos abiertos,
dejaron la soledad de los senderos,
descubrí tu mítica mirada,
el tenue fuego de tu noche,
la inagotable sed que va contigo,
el amor que sigue siendo tan posible.

No somos más que una guitarra,
una caparazón para arrancarle el alma,
las cuerdas van templadas o disonantes,
las notas acercan nuestras ansias,
y se juntan el volcán, la lava y la mañana.

Ahora queda el silbar de una torcaza;
no es poca cosa la continuidad de la esperanza,
no somos más que el milagro de un momento,
ahí, donde se juntan, la muerte irracional,
la vida, va creando el nacimiento.

Héctor Díaz
2009-10-16

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El Otoño

El Otoño

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Dulzura otoñal que se esparce sin apuro. Tiritante multiplicidad cromática de indecisas geografías. La naturaleza, con sus intrépidos y rutinarios cambios, repiten nuestro asombrado entendimiento con cada ciclo anual. En algún lugar de nuestro subconsciente aparece la idea de un gran pájaro, al cual se le quedaron las alas inmóviles y empieza a perder las plumas. Las rocas se llenan de colores, es la última ofrenda del tiempo de la luz. En el descampado del bosque, los troncos cortados a ras, se disfrazan de carnaval. Líquenes, hongos de múltiples formas y colores, compiten en esmerada composición decorativa. Son islas de belleza en la belleza.

Un bicho-peludo con su encrespado mar de olas, se dirige a un destino imprevisto. La maleza de distintos verdores, es el telón de fondo de estos oasis en el contexto de la maravilla circundante. El silencio, crece en este único mediodía otoñal, parece que nada transcurre y sin embargo los colores en sus infinitos registros, no demoran la prematura muerte del verano. Esto se repite desde hace muchos años. El llamdo tiempo de los hombres suministra la mitología que crece en estos alrededores. Los duendes se escapan de la imaginación y adquieren forma material. Los duendes son el suministro de los libros de cuentos ilustrados para niños que los han ayudado a tener un sueño placentero de generación en generación.

El bosque está en nuestra cama, tan adjunto a las maderas de nuestro lecho, como a los fantasmas que habitan nuestro mundo interior. Con el trabajo y el idioma el hombre se ha llevado el bosque a sus casas. Han adaptado la sensibilidad del tiempo en que el bosque era su habitat, a las casas del mundo urbano. En los jardines de las civilizadas mansiones de nuestra realidad sobreviven los troncos talados, decorados con primorosas macetas o latones que se cargan de flores en esta sucesión de ciclos. Todavía hay sol. En la policromía de la luz, cuatro mariposas blancas danzan un belicoso son de calecita. No avanzan, ascienden y descienden en círculos concéntricos.

El amor, la libertad, la vida irrestricta se unen como un dogma, el anti-dogma de la existencia futura, el sueño y la necesidad de la utopía, el zurco abonado donde crecerá la semilla de la paz. Esta forma “loca” de volar, esta incesante búsqueda de la luz, estas novias vestidas de blanco son un romántico coro de ninfas bailarinas que buscan el desafío de la vida. Las mariposas morirán pronto, quizás en horas, no sobrevirán la noche, sin embargo son parte indeleble del recuerdo, parte indispensable de la historia de este día.

El bosque vestido de otoño, hace historia, sin conocer su cronología, conoce su clorofila, todavía está esperando a los poetas, a los arqueólogos para expresar su carga emocional. En esa identificación psicológica el bosque adquiere su contexto social. Cuando el hombre se hizo campesino, taló el bosque en los tiempos que las distancias eran una desgracia, rasgó la tierra, domó el zurco, infiltró la doméstica semilla que se asentó en el lecho mitológico del bosque. En esta aventura hacia lo desconocido el bosque le prestó al hombre los colores, le hizo crecer hacia la armonía de lo bello ...


Héctor Díaz
2009

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MOZAICOS: EL DOLOR QUE CORROE MI CAOS

MOZAICOS: EL DOLOR QUE CORROE MI CAOS

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En este rato libre que me déjà el sistema,
propongo la anarquía, que corroe mi caos,
mis versos son astillas,
de un tiempo de rodillas,
maderos para un barco,
que naufragó en la orilla.
No la obtusa poesía palaciega,
que conformó la forma,
el taller, la medida,
que no encontró la puerta,
que nos entraga vida,
y es tan solo un susurro,
de rapsodas vencidos.

Ahora van los cuentos,
A lomos de caballo, de mulas resentidas
como en los tiempos idos,
de las mil y una noche, de peregrinos viajes
de Simbad el marino,
de Alibaba en la cueva y el genio de Aladino.
Esta poesía que sueña a voz de la derrota,
nacida para perder en los ocasos,
naufraga en la vida cotidiana,
para pedir lismona en las esquinas,
donde la noche se cruza con el día,
los misterios de la urbe, se montan
en el caballo de los tragaluces,
y el tunelbana escondé
los sueños que van y vienen
día a día.
Testimoniar la vida,
en endelebles registros de “spicotina”,
palabra que no existe y si existiera
captan lo incaptable de la verdad-mentira.
Es la única función de los susurros,
de los vientos perdidos en el día,
en este aciago, beneplácito tiempo
en que ir o venir, aproxima a la vida.

Te veo descender por la escalera,
no sé tu carga emocional,
tu nombre será, Azucena, Maria
podrás ir o venir, bajar, subir
solo te pido, que hagas lo mismo cada día.
Como las bellezas se reflejan en la luna de
los escaparates,
te quedástes en la memoria del cristal,
mientras la pordiosera siniestra diestra,
de una emigrante del fondo de la tierra,
recuerda la perennidad de la pobreza.
Esta urbe de nombre tan lozano,
ampara todos los rincones de la tierra,
aquí se habla, inglés, sueco o troyano,
mandinga, guaraní, corso o slang
esa goma que sirve y que se estira
creando un nuevo abecedario.
Un “bohemio” poesia de la calle,
se fuma su último cigarro,
el último del día,
de su cajilla,
de su vida,
morirá en las trastiendas del olvido,
“sobredosis de vida” baticinará el forence,
por amar demasiado en los rincones,
dirá el cura de la capilla del hospital,
y un eterno proyecto de ley,
prohibiendo la mendicidad
descollará en las rúbricas de los diarios.

Todavía hay sol, la parte final de este verano
la niebla, la escarcha, la primera nevada
los frentes fríos, las lluvías importadas
aún son memorias del pasado.
Las “sagradas escrituras” y un libro de Kyppling,
el de las tierras vírgenes y virgenes mujeres,
duermen en el escaparate de la tienda,
Alibaba, sueña en la cueva de todos los ladrones,
revuelca entre los apellidos ilustres, ministros de economía
los reyes de las cartas, y de las ficciones nacionales
propulsores del gran capital y de los grandes puentes,
y de las grandes crisís y de las grandes muertes.
Este dios impoluto, el del templo,
donde reparten la sopa boba de los pobres,
me observa con el rabillo del ojo,
el sabe que no entregué el alma ni a dios ni al diablo,
yo sé que el es autosuficiente,
que se masturba de a rato y a escondidas,
aunque sea pecado esta palabra,
las muchachas del coro observan sonrojadas,
y el cada día esta mas pálido.

Héctor Díaz

20 September 2009

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El tiempo

El tiempo

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Es tiempo de las hojas secas;
los cromos tienen la fiesta de los matices,
verdes que se comen la clorofila,
tiritando su graciosidad impoluta
danzando la danza de los ditirambos,
camino al cielo de nubes ribeteadas de blanco,
en un camino que no tiene marcha atrás,
el tiempo.
En unos días lloverán marrones,
los amarillos llenarán los huecos de las rocas,
papel picado de un carnaval salvaje,
detrás de la ventana se cerrará tu alma,
diremos las mismas palabras de todos los ciclos,
despreciaremos el silencio del olor de nieve,
nos aburriremos con las horas muertas de la noche,
el tiempo se come los momentos.
El pasado verano será un recuerdo,
detrás de la ventana, va ese hombre
es el hombre de todos los hombres,
detrás de una botella va ese sueño,
como reclame, le acompañan las palabras,
en esta época de cemento y plomo,
habla de libertad, del hombre, de la vida
de un perro muerto, de la sonrisa,
de una dentadura de paso,
de que la comunicación,
también es una cuestión de clases,
de que tenemos miedo, al tiempo
cuando las alegrías no nos forjaron,
un abecedario de mañanas.
Me puedo morir en “ paz ”
en un otoño de hojas secas,
de sueños sin batallas y sin espadas,
ese hilo de sangre, que va llenando el tiempo.

Lejos está la guerra de este otoño,
son otros niños, otras mujeres, otros viejos,
los muertos,
otras ventanas, otras rocas, otras montañas,
mueren por el petróleo nuestro
de la tierra de ellos.
Son los hombres del camino sin regreso,
otros sueños, otras palabras, abstracciones del silencio,
un horizonte que se rompe en la montaña,
en la arena del desierto, en la selva del trópico
y se aleja en mar abierto.
Avatares del tiempo,
las mismas cicatrices,
arrugas en la geografía del cuerpo,
el tiempo no nos lleva,
somos nosotros ...
que lo vamos haciendo.


Héctor Díaz
17 september 2009

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Viernes a la noche. “Curado”

Viernes a la noche. “Curado”

(Visita también: Héctor Díaz )


Pelle caminaba sin apuro. Desde donde le observaba, la ventanilla expedidora de boletos de los trenes locales de Estocolmo, me pareció una sombra en un viernes nocturno. Dantesco, como las sombras que se le interponían a Beatriz en los reconcentrados círculos del infierno. ¡Frases cortas Héctor, frases cortas ! Esta invocación, era la voz perdida de un profesor de literatura que perseguía a mi subconsciente desde hace unos cincuenta años.

Viernes a la noche, en la mente se agolpaban las inesperadas impresiones que venían con Pelle y con una juventud alegre en busca de aventuras y con mis recuerdos lejanos sin cronología posible. Yo y mis prejucios, que me acompañaban desde aquellos primeros tiempos en que nos quemamos con la plancha a pesar de las advertencias de mi madre. Pelle venía con varias cervezas ingeridas, que había decidido traerlas puestas para que los guardianes con sus orgullosos e identificables uniformes rojos no se las hicieran volcar en el resumidero. Como es de conocimiento público, está prohibido beber bebidas que contengan alcohol en lugares “ públicos “. Las comillas las he colocado porque uno se pregunta si los restaurantes no son lugares públicos. En otras oportunidades hemos conversado con Pelle sobre la contradictoria naturaleza de estos fenómenos. No se puede entrar a un estadio deportivo con un refrigerio comprado en el kiosco de la esquina. Tampoco se puede ingresar al máximo coliseum sueco sin que los guardianes te revisen toda tu natura integridad. Cualquier ciudadano mediante y campante está expuesto a estos vejámenes si adquiere un billete vía internet para escuchar a Madona.

La alternativa está muy clara, me dijo Pelle, su mirada individualista se agudizó -: No ir a los espectáculos , marginarme del ritmo pulsante de la vida diaria y sentirme partícipe de una despreciable minoría que se asemeja más a los anacoretas modernos que al consumismo violador. Compartí totalmente la opinión de Pelle, y le acoté que en parte eran los motivos por los cuales había decidido hace mucho años “ exiliarme “ en esta garita expedidora de boletos de los trenes locales de Estocolmo. Esto tenía sus ventajas y desventajas. Entre las ventajas estimo una importante, una gratuita platea donde se observa pasar la vida. Algunos nacimos para mirar. Somos mirones de oficio. Se ve pasar la vida con todas sus alegrías y frustraciones, el proyecto encerrado que cada uno lleva consigo, anhelos, amores, desiluciones y el espíritu bullanguero que las nuevas generaciones manifiestan sobre todo, los viernes a la noche.

Viernes a la noche, dijo Pelle con sorna, correr detrás de una lata de cerveza o enredarse en el mundo de la música bailable. El bailar como objetivo o como medio. La relación de la danza y el amor, la meditación de la preparación furtiva al acto supremo que nos junta con el nacimiento y la muerte. El coito, el no ser o ser uno en todos, la madre como primera novia, los celos a mi padre por robarme el objeto de mis placeres. Las lecturas de Segismundo que me ayudaron a malentender mi complejo edipiano. Correr, correr, detrás de una lata de cerveza o enredarse en las formas de una mujer, esta es la cuestión. Encontrar una compañera de baile, regular las hormonas y darle rienda suelta a la enajenación semanal. Eso es lo que ofrece el sistema, la libertad democrática del sistema, la realidad tangible de esta prehistoria compulsiva.

Pelle se había soltado acotando que éste era el ser o no ser de la cuestión. Yo que estoy en edad de merecer (dijo Pelle ) adolezco de una melancolía tímida, que me inclina más al mundo de una cerveza que al de las polleras,” aunque eso era antes ”, ahora pantalones ajustadísimos, pantalones cortos, con medias por debajo con colores afrodisíacos, con maravillosas nalgas casi afuera, o justamente en el límite de lo que es adentro o afuera. Y uno las admira por sus generosidades, por sus llamados, por su entrega a la procreación y la búsqueda, la instintiva constancia de insistir hasta prolongar. Blusas con pechos, pechos sospechosos, pechos sin sospechas, senos insinuados, o incursionando en todo el espacio terreno. Pechos para abajo, pechos para arriba, blancos, negros o mulatos, pezones que se escapan, se dejan escapar del filo inexistente de lo posiblemente imaginable y de lo pundorosamente apetecible. Voluptuosidades del seno redentor, dadme un seno y chuparé el mundo, la madre, la tierra, la paz terrenal, cojan mucho, jerqueen, folleen, culeen, acoplen, forniquen y hagan menos la guerra.

Pelle exalaba un tufillo alcohólico que le hacía desvariar. Su líbido discurso de macho frustrado, falo alicaído, eros dormido continuó con su prosa ligera. Traseros que no disimulan nada a la búsqueda, a la quema de los momentos, y que no perdonan en absoluto la instintiva natura que en cada semental nos acompaña. De todas formas, en un intento de seriedad, me dejó saludos de Luis, murmuró algo sobre la cerveza: que era más barata, más higiénica y que lo único que podía dejarte era un dolor de cabeza o un malestar estomacal. En sus confusos exabruptos también se quejó de cierta música que le tenía deprimido. El bacilón por el bacilón no lo conformaba del todo.-: El mundo ese de la salsa, las músicas calientes de las siestas caribeñas, los cursos y los profesores salseros lo tenían podrido, ya que el potro bravío de su instinto eyuculante se lo había domado una novia salsera.

La salsa la vivía como un síntoma de decadencia social. Cuando con mi sapiencia profesional de vendedor de boletos y mi lejana aureola de macho latino, protegido por la ventanilla de la casilla donde desarrollo mi plusvaliada tarea de asalariado metódico, mi otro yo, el que llevo escondido y le miente a todo el mundo, ya que le gustan todas las porquerías posibles, intento moralizar el intercambio con Pelle, que con sus treinta años menos que mi otro yo y mirándome con sus ojitos de adolescente sueco y sin decirlo, me mandó a cagar detrás de los cipreses del monarca que están escondidos en los cuadros neo-románticos del palacio. Frases cortas Héctor, frases cortas, la voz de ultratumba seguía molestando. Quise confraternizar con la inquietud de Pelle y entonces le hablé desde la experiencia. Me equivoqué una vez más.

- La experiencia, dijo Pelle, no es más que la suma de los equívocos existenciales y que los seguimos arrastrando cuando nos ponemos a bailar con los fantasmas que todavía vegetan en nuestras entendederas. Me miró de soslayo y murmuró al descuido - Todo hay que mirarlo con la “ nuca ”, como a través de un espejo, que la vida, al igual que el movimiento circular de los culos de las mujeres, hay que observarla como si estuvieras mirando para otro lado. Hay que respetarles todas sus tendencias, sus libertades posibles, pero no ser cómplice de ninguna de sus estrategias. No cabe duda, Pelle estaba “ curado ”.


Héctor Díaz

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La vida se asemeja a un viaje

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Vamos juntando las palabras,
a falta de otra cosa,
vamos juntando frases en el aire,
flores para un jardín vencido.
Algunas utopías nos acompañan todo el viaje,
la mía era dormir en un colchón,
un sueño largo, en una noche de verano,
donde dios era un amigo,
y no una voz de castigos intermitentes.
Y yo era niño, alguna vez lo fui.
Eran tan pocas las palabras,
y se podía decir tanto:
una mesa, un mantel bordado y blanco,
la abuela, una puntilla, el aljibe, la tortuga,
una calle de barro,
la lanza de mi abuelo,
que se fue con la patria,
herencias del miedo de los muertos,
tan viejas estas historias,
como estas nostalgias.

Algo ha de salir, cuando se busca;
entonces vinieron las consignas,
la gente buena que dejó sus ganas,
los viejos nombres, que hicieron a la gente,
creyentes, respetando las búsquedas cansadas,
de los que quieren crecer fuera de tiempo.
Eramos el “hombre nuevo”;
no hicimos más que repetir la historia,
por eso el poeta no se cansa de este entuerto,
describir la ética, la izquierda clandestina
de la derecha de la propia izquierda,
describir la alegría de un beso,
una mano extendida, una espera, un recuerdo,
el libro aquél, que no entendía el texto,
el sueño lapidario de hacer lo único posible,
acompañar al hombre, que es como decir al pueblo.
Hablaremos de las pequeñas cosas,
ésas que describen nuestra pequeña historia,
los libros sucios de la feria,
la botella de anís hecha de anillos,
de un azul resbaladizo como el tiempo,
donde un perro rabón, de infinita mirada
acompañaba mis tardes de juegos solariegos.
La polvera chata, repetida en el espejo,
la línea de los ojos de unos ciervos de cerámica,
los cajones de la cómada,
guardando los tesoros de mi madre.

Todo un tiempo quieto,
un tiempo tan tiempo, que se quedó en el tiempo,
a las tres de la tarde, con aroma ascendiendo
desde el pié de la parra.
Mi madre entonaba “ Caminito ”,
tiempo valseado, voz de esperanza,
la sonrisa esa, de los semi-tangos,
tan bella, como Las Mil y una Noche,
o un verso de Machado.
Aún me persigue la palmera,
chata y gruesa, donde escondía mis secretos,
con su mala arte y parte,
quedó grabada en la retina de mi tiempo.
Un rayo de sol es único
cuando el color tiene memoria,
el reflejo que se agolpó en los ojos,
de aquella vecinita,
que me miraba desde sus lentes.
Su nombre ya no existe, pudo ser Azucena,
Libertad, María o Soledad,
solitarios sustantivos, perdidos en el tiempo,
pero el rayo de sol, sigue vigente.

Los pobres no son más el motor de la historia,
solo quedamos los creyentes;
podemos historiar nuestros sueños,
la libertad tiene muchos kilos de ignominia,
el poeta debe pesar sus miedos,
es un escriba que no se debe al odio,
su voz es tan solo un camino
que hacemos en el polvo, pie descalzo
huella para arcaicos antropólogos,
recuerdos de unas soledades
en los ojos de un niño
pobre de haber nacido en la parte negra,
tristes de socavar el socavón del alma.

Héctor Díaz
2009-08-16

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Ausencia

Ausencia


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Un sol japonés,
se apresura en el horizonte,
ahora que el mar,
se vomita en helechos,
en la hora que los pájaros
dejan de volar,
y la noche se queda sin canto.
En busca de un espacio sin hollín,
donde los pastos ralos se sonrían,
me acuerdo de la calle perdida,
la que murió con mis sueños de aventurero.

En la calle donde nací,
no había baldosas,
ni flojas como las del tango
ni fijas, como las de los barrios altos.
Un perro callejero, un boliche sin reboque
y las lluvias traídas por el viento
del Río grande como Mar.
Solitarias en un solar lindero,
las palmeras, que trajeron las palomas
en mis sueños de niño sedentario.

Un sol de humor cambiante,
y una luna coqueta
en las noches de verano.
Teru-terus, cotorras, chicharras,
benteveos y glicinas, competían
con zapallos, tomates que reventaban
de rojos, mientras una higuera,
nos daba su gotita de miel y de nostalgia.

Ahora, confundido en otras calles,
otros ladrillos y otros explotados,
barajando los sueños de otros cuentos,
las juventudes de otros fantasmas,
me recuerdo el muchachito aquel
vendiendo su protesta,
cuando el tiempo era nuevo.

Héctor Díaz

23 de Marzo de 1998

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Reflexiones sobre una ventana abierta y sus agudos

Reflexiones sobre una ventana abierta y sus agudos

(Visita también: Héctor Díaz )


Por la rendija de la ventana,
independientemente de la noche,
el murmullo del viento, conversando
entre graves y agudos, altos y bajos,
el milagro de un hambo-tango,
jazz del Mississipi, con los negros llorando
las notas vivas de una historia larga,
gitanos navegando en su alegría
con un flamenco entre rosas y Federicos.
La humanidad, inagotable ditirambo,
Bacus, la creación, la vid,
escaramuzas de vinos y de besos,
la libertad construyendo sus peldaños,
el culto al sol, el abrazo a la tierra,
amaneceres en la playa silenciosa
se cuelan por la ventana de mi alma.

El subconsciente buscando la nostalgia
en este clima de nórdicos abusos,
el viento se enrosca en las entrañas,
soñando las mariposas de otro tiempo
donde las chicharras tenían sus minutos
y el cardenal era un jardín volando.
Me acuerdo de la foto que no tuve,
en una lejana y solariega tarde,
en blanco y negro de la mano de mi padre
acompañando muchos pies,
en una plaza proletaria.
El viento este de la ventana,
que se cuela despiadado
en los ancestros gastados de mi alma,
juntando va, alas gastadas
plumas que ya no vuelan a la montaña,
con los pies ligeros de mi nieto
que se aproximan a las cimas del mañana.

Héctor Díaz
2009-07-20

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Macedonio

Macedonio

(Visita también: Héctor Díaz )


Se desborda la brisa y en la pampa
susurra el espinillo su inocencia,
el pampero jugando en el desierto
conversa con el jinete, poncho al viento.
No hay más que distancia, en la distancia,
hacemos este viaje sin regreso,
nos munimos del nombre de las cosas
desafiando el destino de los tiempos.
Arriba, la luna, alumbra el tranco
deja ver el zurco, que cansado
se retuerce en mil formas y pedazos,
ensanchando y desanchando nuestro paso.
Plateada y orgullosa se descansa
rebotando en la copa de algún árbol,
sacándole brillo a los misterios,
escondiendo su timidez en algún charco.
Son retazos de un todo,
ayudan, ahuyentando los fantasmas,
las “ luces malas ” y las buenas
que viene discutiendo con el alma.
Mirando hacia adentro,
el otro yo que me acompaña,
el alerta Clarín de cuerpo viejo,
que vive descubriendo la mañana.

Por aquí pasó el amor, cuando era ella
flor de piel, aroma del romero
mirada de azabache, largos cabellos
entrega necesaria, idioma de otros tiempos.
El amor, nos necesita a todos
todos necesitamos sus entuertos,
los torrentes de la pasión primaria,
el potro libre, rodando por el suelo.
El mas allá, la infinita lluvia con su calma,
la primavera reventado con sus ganas,
los colores vivos de las dalias
naufragando en el olor de las mañanas.

Después vino, lo que vino
los cascos secos en la tierra
fósiles de la estampida traicionera,
un infinito, en esta tierra sin fronteras.
El desierto, como destino, o como meta
huir, estar huyendo de la huella
de uno mismo, de los tiempos
del que fuéramos, cuando fuímos,
del que dejamos de ser,
con el derrumbe del sueño y del alma.

Héctor Díaz

27/06/2009

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PUNTERO DERECHO

Desde estos lejanos, y no del todo cálidos lares, se os saluda. Puesto que nuestra temporalidad es un ciclo del cual no podemos escapar, vivamos lo que nos queda, con la alegría que deparan los buenos momentos. Y entre los buenos momentos están los buenos recuerdos. Y estos lamentablemente tampoco los podemos elegir. Se hacen solos, condicionados por las vivencias y las olvidadas energías que le pusimos a cada intento vital. Todo esto fue en la época en que no teníamos recuerdos, por lo tanto no podría en aquellos lejanos momentos escribir lo que ahora con cachondo disfrute paso a contar.


Todo el país que uno se imaginaba, estaba impregnado por la misteriosa magia del más popular de los deportes. Los diarios ( así se le llamaban a los periódicos en aquel tiempo ), el carnaval, la escuela pública, la privada, las fábricas textiles, los barrios, los curas y los políticos vivían bajo el sedante de una Tacita del Plata con galardones olímpicos y campeonatos mundiales a cuesta. Eramos los “ vivos ” de América y del mundo. Todos los “ otros ” (el mundo ) eran macacos, japoneses, suecos o foráneas fuerzas de planetas muy alejados a nuestra futbolera galaxia.


Había espacio para el sueño, te ibas a la cama y soñabas con descubrir la “ moña ” nueva. La imparable, la inesperada para el halva (marcador de punta) que te había estudiado disimuladamente mientras que sacaba “ cuentas ” de cuántas patadas te tenía que dar antes de que te “ achicases ”. Porque antes no era como ahora que el árbitro te saca la amarilla y la roja y afuera y bailando, o pitando finito como se decía entre la gente de mal verbojear. Y tampoco es como ahora el asunto de los clubes, los jugadores eran de por vida, sudaban y jugaban por la camiseta como si fuera parte de la piel.


Era de mal gusto hacer aspavientos y revolcarse por el suelo cuando convertían. Y no era tan importante convertir, sino elaborar, pegarle en el hilo, con el efecto preciso, en función del conjunto y con la ética y estética del arte para que la simbiosis con la hinchada fuera un todo único y el tipo se volviese a la casa y le dijese a la mujer, que lo miraba con la tristeza de haber perdido la tarde :- Hoy te quiero más que nunca y nos vamos a cenar afuera. El día completo, el hincha que da y recibe, que es parte y comparte, aunque el equipo por una fallo injusto del árbitro hubiese perdido por un inmerecido uno a cero.


Pero lo más sacrificado, eran los equipos de barrio, todo a pulmon, amor al sueño, en busca de un efímero prestigio local que no iba a quedar registrado en ningún memorial de museo, y que desaparecería de la memoria colectiva cuando el tiempo borrase las generaciones protagonistas. Ahí entrábamos todos, la vieja que lavaba las camisetas, los viejos que formaban una comisión que trasladaba los visos burocráticos de sus respectivos partidos políticos a las largas secciones de como hacer finanzas para comprar camisetas nuevas con colores propios y dejar de usar esas ya usadas y gastadas que nos prestara el Millán. El sueño de una sede propia, y las discusiones entre los vecinos por adueñarse de una hipotética cantina que sería el broche de oro de lo que ya era un sueño colectivo.


Con el tiempo apareció un camionero, que a cambio de que lo pusiésemos los domingos en la reserva, nos traladaba a los distintos barrios y así fuimos conociendo junto con la pobreza del mundo obrero, los distintos potreros del entorno deportivo.


Pero a mí lo que más me preocupaba eran los halva (marcadores de punta). Mirá, los jugadores en los equipos de barrios eran eternos. Pasaban los años y seguían siendo los mismos. No te podías imaginar el Capolonio sin un número seis que le apodaban “ Bebe Magdaleno ”, un baboso, que se te pegaba en la línea como una máquina de dar patadas, escupitajos un obsceno vocabulario que recorría desde mi madre hasta la bisabuela que nunca conocí. Y todo los años era lo mismo, y vos no podías flaquear ni hacerte el gil. Como un juego a dos puntas y ya que lo conocías desde el año anterior te la pensabas de ante manos, para que en un descuido le pudieras sacar la ventaja que te dejase ganando uno a cero. Y todos los años nos decíamos lo mismo :- Bueno “ pibe ”, vamos a jugar al fútbol y que gane el mejor.
A los dos minutos de haber empezado el partido y por culpa del negro Tolumba que me pasara aquella pelota larga y precisa y yo usando el recurso de la velocidad hiciera rebotar la guinda en el palo que sirvió para que cazara el rebote de cabeza el Malevo dejándonos en provisoria ventaja, pero que también trajo aparejado la culminación de todo entendimiento y pactos de cortesías. Como que los tipos se transforman.
Mirá, ya que entramos en materia a mí siempre me pareció que los marcadores de puntas izquierdos, esos que marcaban a los punteros derechos como yo, eran siempre muchos más violentos y “ quiebra-huesos ” que los marcadores de puntas derechos. Yo, a esos siempre los ví como más técnicos, jugando más al fútbol, con menos espíritu de guerra y más sustancia para el entendimiento. Pero estas conclusiones sacadas en el campo futbolero, quizás no sean más que el reflejo del rigor que me hicieron sentir los halvas izquierdos.


Y sino acordáte de aquel marcador de punta del Sauce. Había que cruzar medio país para ir a jugar con ellos y ya llegar era como arribar a “ territorio enemigo ”, caras hostiles, miradas desconcertantes, que todavía guardaban el rencor de la vez anterior, cuando el paraguayo Abel les hiciera dos goles que le costaron tres meses de yeso en el Maciel. Aquel halva, siempre me tocaba a mí, nunca estaba enfermo, pasaban los años y el estaba mas joven y bagual. Y vos en el camión ibas deseando que le hubiera pasado algo, pero nó, llegabas ahí y te estaba esperando, agarrado al tejido, viéndote bajar como si tuviéramos una cuenta pendiente que saldar.


Y vos no podías echar para atrás, entrabas al vestuario, que era una rancho desvencijado, que parecía más una tapera que otra cosa y te ponías las tobilleras y le agregabas papel de diario abajo por que en cualquier momento te araban una pierna. Y vos entrabas y hacías que no lo mirabas, lo ignorabas por completo, pero sentías en la nuca que la mirada del tipo te hacía crecer granitos. Y ya nomás al comenzar el partido y sin tocar la pelota el tipo te encaja un codazo en las flotantes que te deja sin respiración, y vos sentís que los cuatro hinchas que vinieron en el camión te alientan y que esperan que vos no te encojas. Y cuando Tolumba que siempre apuntaba para tu lado te la larga, sentís que te hacés un nudo con el sujeto que durante los noventa minutos se reitera sin interrupciones. Y la única vez que te le escapas y se la pasaste al Cebolla que no conocía el miedo y convirtió, el halva me encajó el muñón en la nariz puesto que era manco y me dejó esta hemorragia endémica que me sigue sangrando de vez en cuando aunque ya pasaron cincuenta años.


Cuento esto porque era tal la magia que no me gustaría irme para el otro barrio y que no quedase un hilito de historia olvidada como una última esperanza de que alguien la rescate.
Y después llegamos a la sede y nos esperaba el “ Cieguito Baso ” ciego de verdad y de nacimiento, pero lo que es la intuicion del tipo, que nos contaba el partido que habíamos jugado hace un rato, con lujo de detalles y todo. Y nosotros lo cargábamos, y le decíamos :- pero Baso ¿Cómo es posible, si no viste el partido, que sepas lo que pasó? y siempre nos contestaba lo mismo :- que para saber no se precisa ver sino vivir.

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Héctor Díaz

Cuando el silencio se hace verso

Cuando el silencio se hace verso

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Primero fue el silencio
el primer silencio,
no sabía,
que se ennumeran los silencios,
pero sabía,
que en el último silencio
ella me miraría...

Y así fue,
silenciando, nacen las palabras,
como pretexto de la causa,
y en la exageración de mis silencios,
y la voraz bocanada de mis miedos,
nace la voz y los silencios de la madre,
y de todas las madres y todos los silencios,
abriendo la puerta a los monosílabos.

Los silencios, van cargados, con inciertos desiertos,
vagos crepúsculos , mañanas solteronas,
mediodías sin sol, lluvia copiosa en las baldosas
energía del recuerdo de tu tristeza,
tu mano tibia, inquisorial y silenciosa,
que me enseñara esta aventura repetida,
de recorrer el precipicio de la vida.

La libertad, también es un silencio
se aprende en los muros de las calles,
son calles empedradas, llenas de silencios rotos,
donde las estrellas quedas, se dan de tropezones
en los charcos obsequios de las lluvias.

Cada farol, es un recuerdo
cada silencio, es una flor, un muerto
una noche de amor, un primer beso
la música del río, bañando huellas perdidas
testimonios herráticos del sol del día
sobre la tierra nueva, de nuestras vidas.

Naufragando en el silencio,
converso con el hombre,
que siempre va conmigo,
Job por dentro, buscando la voz en el desierto
herrática la conciencia,
se baña en las espinas del calvario,
del altar pulcro de los impúrios sacrosantos,
se desprende polvo y basura.

Dios anda perdido en el desierto,
renegando de sus hormonas,
ha perdido los olores, los sudores y las lágrimas
tan solo le quedan los silencios,
y las noches con angustías,
de todos los asesinatos cometidos en su nombre,
de las tumbas sin nombre y sin recuerdo
donde el silenco cubre el campo
y solo subyace la poesia de los muertos.


Héctor Díaz.

Junio del 2009

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La lluvia

La lluvia

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Esta gota de agua,
renegando desde el pasado,
se hace hilo largo,
en la nostalgia de la lluvia.
Eléctrica, se patina sin defensas
se precipita en otros hilos
mojando mis sentidos
del otro lado de este vidrio.
Te atrae, como el lejano fuego de las cuevas,
es el misterio del humo sin regreso,
los ríos se cruzan, como los destinos
y el mito hace esfuerzos
desde ese extraviado,...otro tiempo.
Los semitonos,.... meditan
son las sombras, .....vibrantes, metafísicas,
el ocaso, la muerte, el otro yo que se refleja
sin contornos precisos, la humedad espera.
Son los colores del otoño,
ocres de todas las distancias,
silencios, donde la voz va sin memoria
añorando al que fui, que ya se ha muerto.
Empiezo a respetar las palabras,
ni siquiera a pensarlas ya me atrevo,
las horas mustias se gastaron
las que ahora construyen
...este mal verso.
Del otro lado de la lluvia,
el bullicioso proyecto del recuerdo
Sosó, con veinte años en el cuerpo joven
y más de un siglo que le enturbia el alma.
La absoleta nostalgia de la lluvia,
agota su energía en la mañana,
el amanecer recrea los colores,
los pájaros pintados, hacen clarear el alba.

Dios no está, es la natura
el camino te lleva y el regreso
se quedó extraviado entre las piedras,
que siguen girando con la tierra.
La voz y el verbo, ya no existen
tan sola la mano de los hechos,
el surco abandonado como estela,
y un cúmulo muy lejano de silencios.


Héctor Díaz


2009-06-06

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Soñar

Soñar

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Ayer te busqué en la plaza
cuando cazabas estrellas,
en los charcos que la lluvia,
iba dejando en la arena.
Y pensé que era tu voz
la que del éter se oía,
mientras lloraban las cañas
cuando el viento las mecía.
Una rana hacía croar
las fibras del alma mía,
y tu mirando lejano
la vida con sus porfías.
Hablabas de libertad,
“ y las muertes mal habidas “
las voces que atrás cantaban
de tu vida y de la mía.
Anónimas voces del tiempo,
que nos vienen con la brisa,
equiparando silencios,
entre lanzas y despedidas.

Murmullo de los recuerdos ,
de ese banco que nos mira,
se van mezclando extrañezas,
y otras veces geografías.
Se van cambiando uniformes,
se va sintiendo la muerte
y se ve venir la vida.
Seguimos buscando charcos,
recuerdos de las sonrisas
cuando sin saber quién éramos,
comenzamos el camino.

Tu voz que sigue diciendo,
“ Queda el consuelo, la vida
es eso de seguir pensando,
entre estrellas peregrinas”.

Siempre va haber tiempos nuevos,
semillas de viejos idos,
en busca del “ hombre nuevo”,
el que va en descontento.
Somos jóvenes de nuevo,
si aún vibra el alma mía
porque los sueños que ofrece ,
el néctar de la utopía,
me magnetizan las ganas,
de esto que llamamos vida.

Héctor Díaz

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LA PARCA

LA PARCA

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(En honor al trabajo, a la ética emanada de la humildad, al hombre nuevo que cada poeta lleva adentro).

Se dice que nació para siempre, fue tan sencillo, supo juntar su muerte con la infancia. Defendió la alegría y quería no perder la ilusión de seguir jugando como los niños...

Si te agarra desprevenido,
se te sacude el alma,
y las palabras se van por la ventana,
quizás de aquella casa perdida en otro tiempo.

No había camino, era como arar en el arroyo.
Teníamos el canto de los sapos,
metamorfoseados con los juncos,
y la luna, iluminando nuestros pies descalzos.

La poesía la hacíamos con retazos,
buscando la forma de nuestro vocabulario,
con el sudor de un labrador del campo,
y un terrón, seco como mojón de pampa.

Comprendimos el crujir de la chicharra,
y hasta el vapor que se despedía de los techos,
un sol quemando, tarde de enero,
cuando tus ojos hicieron, mi primer verso.

Fue el milagro de la mano del hombre,
alguien que escribió, que hizo mañana,
arabescos ligeros llenando espacios blancos
así con esas letras, acortando las distancias.

Llegamos a la playa a conversar con los vecinos,
a repartir la voz escrita, usando los silencios;
se confundieron los momentos de la tarde
y el saber se despertó con ese canto.

El camino se hizo sin saberlo,
se amontonaron noches, para ganar estrellas
y despacito y sin destinos,
nos dejamos llevar por esos campos.

Discutimos con dios, con Juan el diablo
comparamos estilos y senderos
fuimos deslindando sin saberlo
que el hombre libre debe crecer de adentro.

Entonces, la muerte es un bostezo,
un decir “ hasta luego ”,
un regreso, en otro sueño “ compañero ”,
si otra generación, diestra extendida,
le agrega otras palabras al intento.

Héctor Díaz

09-05-22

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Tan Simple ( SALUD...)

Tan Simple ( SALUD...)

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Una poesía es como un cuadro que se pinta, no se termina nunca. No sé si se precisa ritmo, rima, esta cadencia proviene de la locura de cada uno. La musicalidad es otro misterio. Las notas musicales son como la lógica o la gramática de la música, el intento de un ordenamiento. Hasta qué límite esto es posible escapa de mi sapiencia, cae en la divagación de la intuición. La creación, el origen de la vida no tiene explicación posible. En la poesía hay como una doble musicalidad no descubierta, se manifiesta por el eco de la filosofía que acompaña cada bípedo.


Aquí, en las horas imperfectas,
lo comentamos todo,
el azabache de la noche,
la playa golpeando
con sus olas de letras,
el sueño de descubrir,
de ser más grandes,
de verme en la altura de tus ojos,
para soñar de nuevo.
El beso ya no importa.
solo queda el recuerdo,
el dibujo de tu sonrisa,
única esencia del perfume
de tu mirada negra de la tierra.

Y yo, la barca, la distancia y los otros.
Pedro Rojas con su cuchara de albañil,
Cipriano haciendo un gesto hacia el futuro,
Buenaventura, con esas ganas que le come el alma,
y los miles de hombres del planeta
antes de que la bota criminal, los destrozara.

La muerte también es un paseo,
un viaje a la energía sin prestigio,
la competencia que se quedó sin podio,
la brisa tan sola del recuerdo.
Ahora afirman, que la poesía
ha muerto,
de edad, de carga natural, o de angustia congénita.
IDEA se fue, para seguir viviendo.
Una calle, una baldosa, una piedra,
la creación y el brote,
la luz, el milagro de la síntesis,
“ Siempre habrá una bota sobre el sueño “.
Tan efímero es el hombre,
Y sin embargo.... sueña.
Cada vez que el hombre se incorpora..sueña.
Serán muchas las voces desquiciadas,
-: Que soñar no cuesta nada.
Que siempre se vuelve a aquel origen,
al milagroso trueno, o al martillo,
a los hierros candentes del castigo,
a la idea fatal de los pecados,
donde un dios dirige los destinos.
En estas horas desquiciadas,
lo comentamos todo;
cada vez que los hombres se incorporan,
cada vez que reclaman lo que es suyo,
o que buscan ser hombres simplemente.
Cada vez que la verdad nos llega,
la bota negra, sucia, nos aplasta.

Y es tan sencillo, se trata del amor
tomar distancia de ese resto,
Vivir del otro lado del tejido,
donde no exista la injusticia,
el frío, la muerte, la explotación, el miedo.
Me quedo de este lado del camino.
Todo el horror, todo el dolor del hombre,
va cambiando la piel según el oro,
según la fuerza y el poder se mudan.
Siempre habrá alguna, y aveces más que una,
de las botas feroces,
pisoteando los sueños de los hombres.

Por eso en las horas contradichas,
mientras naufraga el vino en mar abierto,
seguiré la sandalia de los pobres,
la alpargata de deflecado vuelo,
porque es entre los que no tienen nada,
donde nacen las orillas de los sueños.

Si esta bota feroz sigue aplastando,
se caerá la vida como una cabellera,
el planeta se quedará sin plantas,
sin gatos, sin tejidos de la ropa,
sin lluvia plena en medio del verano,
sin la gota de recina que da el árbol,
sin el libro escondido en aquel hueco,
que un borracho bohemio
dejara abandonado, cerca del nido de la vida
que hacían el llamado de los pájaros.

No voy hacer ningún llamado,
ninguna consigna, escrita por la mano,
tan frágil es el planeta azul,
tan débil el Principito alado,
tan suave el colibrí y tan variado,
la mariposa regalona de colores,
el otoño, con sus ocres y sus campos,
las aguas delirantes que en cascadas,
producen el arco iris del mañanana.

Mi juventud sigue descalza.
la recuerdo lejana en la montaña.
muchos días de valle,
días aciagos.
Hoy pisando sobre la arena tibia,
descubro las huellas de otros sueños,
el mito y la utopía cabalgando.

Héctor Díaz
17 de mayo 2009

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Crónica de una muerte continuada

Crónica de una muerte continuada

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Esta historia es anterior al año 1973. Era un año como cualquiera de los otros. La gente se enamoraba, se alimentaba, procreaba, se suicidaba, iba a trabajar, se desilusionaba con los impuestos o la inflación, se preocupaba de sus hijos si los tenía, y sobrellevaba la tiranía del mundo diario albergando la esperanza de un mundo mejor. Los hijos ( algunos ) iban a la universidad, leían a Bertrand Russell, Camus, Sartre, y una larga lista de escritores que por lo general vegetaban fuera del bolillado oficial del férreo control que ejercía un profesorado integrado al aparato mediatizador estatal de las llamadas democracias occidentales. La esperanza siempre es mejor que el miedo, y el amor hacía imposibles, mientras los hijos de las clases altas y medias se convertían en “ terroristas “, indeseables, innombrables, conformándose en logias secretas, inventaban nombres para una posterioridad de esas que quedan no solo flotando en los aires o en “ el corre ve y dile “ de las gentes, sino que se cuelan en las hojas blancas de los imprenteros y pasan a la vida documental en formas de libros, películas u obras teatrales.


Así nos fuímos sobrellevados por el “ Cordobazo “, por la sacrificada gesta del Che en el confín boliviano, por la agradable noticia sobre el destino final de Carrero Blanco en la españa del “ generalísimo “ . Recuerdo un campesino español que vivía en mi tierra y al cual difícilmente alguna vez el entorno social le había escuchado algún monosílabo, cuando se le llenaron de lágrimas los ojos, y con su mejor sonrisa exclamó :- Todavía queda gente con cojones en mi tierra- para volver de inmediato a su mutismo de costumbre. La televisión había venido para quedarse, solamente a mi abuela Angela que escuchaba las comedias diarias, le desagradaba la pantalla con imágenes en blanco y negro. Algún vecino previsor y avispado que se había munido de la mágica caja que nos acercaba al mundo, abría la ventana que daba al jardincito delante de la casa donde el barrio se conglomeraba y observaba el regreso de Perón a la Argentina o el atentado que sufriera Kennedy en los lejanos estados Unidos de Norte América.


En aquel convulso y confuso período muchos jóvenes y algunos no tan jóvenes compatriotas“ emigrados furtivos “ se asilaban o vivían clandestinos en una nueva geografía de la cual hasta ese entonces nada o casi nada sabíamos de ella. A lo desconocido se lo desprecia por ignorancia, pero nuestros hermanas o hermanos, amigos o conocidos , compañeros de ideas o simpatizantes de esta gran aventura que es el despertar de los pueblos se iban a refugiar a este largo lagarto de cobre, capitanía de Chile que se extendía desde las frías aguas del Polo Sur, hasta el árido desierto de Atacama. Tuvimos que ir al Mapa Mundi, aprender nombres de ciudades, ir deletreando nombres de sus organizaciones obreras, de los nombres de los movimientos revolucionarios, de la marcha de la política diaria, de los cinturones industriales, del “Viva Chile, Mierda”, de los linchacos, de las canciones de Victor Jara, de Gabriela Mistral, y de la eterna pulseada del “ Chicho “.


Y después vino lo que vino, y nosotros lo vivimos intensamente porque ahí estaban nuestros hermanos y compañeros. Recuerdo unos padres que viajaron casi sin documentación y sin recursos para tratar de ver a sus hijos , y la administración del Frente Popular los habilitó, hospedándoles y facilitándole la estadía. Aquí comenzaría la crónica de esta muerte anunciada, de este parto al mito, de este silencio que hace más fuerte las palabras. Salvador Allende no es más que un nombre. Podríamos decir que es el nombre de todos los nombres, de todos los torturados, de todos los asesinados, de todos los desaparecidos y fondeados en el mar. Es la esperanza, la ausencia de miedo, parte de la voz del futuro, el orgullo de las próximas generaciones de chilenos y de los seres humanos que olfatean la libertad en la América Latina. Ahora la crónica se hace más pesada, aparece la metáfora y el mito nace para agrandarse en la medida que eso que llamamos tiempo se deslice en alguna dirección.


Muchos años después contrataron un fotógrafo, un periodista y una comitiva se dirigía algún lugar desconocido por los propios protagonistas. Habían pasado muchos años. Estábamos en un cementerio de Valparaíso. Los empledaos llegaron al fétreo,escondido debajo de una hilera larga de cajas superpuestas, un foso como para arrimarlo lo más posible al infierno, o al centro de la tierra y que el mundo ígneo devorace los restos terroristas del presidente de Chile y los chilenos por el tiempo de los tiempos. El calificativo de terrorista es enteramente mío. Los escribas nos podemos reservar el derecho de tratar de aproximarnos a la verdad por las vías del drama que creamos posible. Podemos recrear esta crónica . El féretro era de metal, oxidado, defondado y sin muchas ceremonias fueron saliendo los restos que hablaban con la elocuencia de los que supieron tomar una decisión oportuna en aquel momento en que la aviación del prusiano ejército al servicio de los intereses del pentágono hacía volar parte de la Casa de la Moneda. Ahora este Allende se nos confunde, se nos escapa de las manos, el estuvo disparando con su ametralladora contra las fuerzas armadas que traicionaban a su pueblo, al orden jurídico internacional y nacional protagonizando un golpe de estado en contra de Chile. Del único Chile posible, el del voto y la democracia. Pasó a pertenecer al bando de los perdedores y no acató el desacato de los trogloditas, entonces, se convirtió de hecho en un “ terrorista".


Pero Allende pensaba antes de que todo esto ocurriera, pensaba mientras esto ocurría y siguió pensando después de su muerte. Sabía sobre su destino y lo irreversible de su decisión. Sabía que el suicidio era la única salida posible al chantage de la insubordinación castrense. No se entregó, no les dió el gusto de una “ salida política y negociada “ , se quedó del lado de su gente, los pobres y los necesitados antes que ponerse a pensar en su mezquino pellejo.


Cayó en combate, como cualquier miliciano guerrillero que entrega la mezquindad del cuerpo al futuro del mito que se agranda con el tiempo. Ahora me pregunto si realmente murió, es como que empezamos a reconstruir su subconsciente, quién mejor que él para conocer la conspiración, la alianza de los militares, los curas y el capital. Esta alianza constante de la explotación capitalista que se manifiesta en distintas naciones con la consigna de : Patria, familia y propiedad. La lucha continúa. Lentamente la esperanza sobrellevará al miedo, y en este largo camino hacia un mundo más humano encontraremos al compañero Allende en la barricada de turno.


Héctor Díaz


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VOLVER

VOLVER

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Atando recuerdos que no tuve
recreando una memoria sin pasado,
te fuí inventando uno a uno
los esfuerzos de no haber y haber estado.

Desconocí tu calle, el jardín, el ayer, las plantas breves
tu libro de versos borroneados , una palmera, un corazón, un beso,
una sonrisa tibia, tus dígitos temblando
y sin embargo, de amor, de puro verde amor
te me ibas dando.

Tu calle era la historia de otros sueños,
ataduras a las locuras del pasado,
aventuras y gritos de otros mitos,
colores que iluminaban el ocaso.

Con el último resplandor, el camino se hizo largo
nos quedamos atando los momentos,
la parte que no me era ajena de tus sueños,
se vinieron conmigo por los campos .

Aún me queda el canto y la palabra,
conversar conmigo si me dejan,
escondiendo los recovecos del pasado
en ocios y vacilónes del espacio.

¡! Morirá tu jardín el día que yo muera,
existirá la muerte en esta eterna rueda ¡!
El trinar de los pájaros no se acalla
retornan con la nueva primavera.

Tus sueños vuelven con el río,
revoloteando con las gaviotas del verano,
todo lo que traemos escondido,
son esos fardos atados, sin saber desenredarlos.

El carmesí de mi pudor fallece en tu retorno,
regresar la utopía con un sentido inverso,
un contrasentido en el olvido de lo ido
un mantel blanco bordado con cariño
una madre soñando, con su tiempo de niña
una noche sin brisa y sin apuro,
una antihistoria, sin hitos y suspiros.

Bohemios de las letras
locos de un mundo sin prehistoria,
estamos regresando casi a diario
al hombre nuevo, que nos viene del pasado.

31/3 2009


Héctor Díaz , volviendo.

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Correspondencia a calzón quitado

Correspondencia a calzón quitado

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Querido José Luis:
La yuxtaposición en sociología ha sido un mal del cual se podía haber prescindido. Dios (sobretodo el del desierto) necesitaba una madona con dos buenas tetas para amamantar al " salvador " aunque en esa instancia de amamantado no era más que un protegido.
Dos buenas tetas protegidas por las buenas sedas importadas del Xipango ( nada tan sacrosanto como las mamarias de la Sra. madre del resucitado ) iban a estar cubiertas por telas fabricadas en y por las hilanderas de Manchester, y aún la historia no estaba madura para estos menesteres.
De los senos sagrados de la inmaculada , de la cual nunca se supo si los pezones apuntaban hacia abajo o contradiciendo las leyes newtonianas esas sagradas extremidades apuntarían a la divinidad celestial. De la misma forma que el dios del Olimpo se las preñaba a todas y no se salvaban ni las hijas en la trilogía del dios del desierto o de cualquier otra cama de tres, la sacrosanta no podía tener una teta mirando para arriba y la otra para abajo.
En la mitad de la biblia que le toca a los judíos-cristianos o por lo menos a aquellos judíos que se asociaron al partido político de Jesús, no hay ninguna explicación satisfactoria al respecto. A los hombres altos les gusta los pezones levemente erguidos y con la redondez del seno apuntalando de atrás si es posible . Pero para no extraviarme en la tangente de los senos y cosenos, volveré a la yuxtaposición en la sociología .

Todo esto empezó a preocuparme desde que abordé el libro de un escritor libertario muy poco conocido, inclusive poco conocido entre los libertarios. Este señor opinaba que la sociología no es ninguna ciencia, una especie de astrología persa que creó las bases empíricas de algunas disciplinas que tardíamente algunas de ellas se convirtieron en " ciencias " . Parecería que la ciencia tampoco es infalible y mucho de ella se deshecha en el andar de los tumbos del tiempo. En lo tácito o fáctico es tan lícito errar como acertar. Se llega a la penicilina por error y horror, y se llega a la técnica digital desde la matemática euclidiana y aristotélica .
Ahora me voy a referir a otro judío, ni marrano ni converso, el eximio, ponderado Karl Marx . Este otro judío que no tenía dios del desierto, no deshechó la cábala medioval a la que le agregó presupuestos numéricos sacados de los virajes de las discusiones de su época en la cual no participaba mucho, puesto que ya tenía claro que el devenir y la imaginación del socialismo estarían sujetas a otras alternativas que la estricta voluntad del ser humano.

El proletariado aparece como anillo al dedo . Se lo convierte en motor de la " historia " en un hipotético camino ( se desprende de su propia obra ) hacia la enmacipación social de los explotados y pobres de la tierra . " La emancipación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos " . Así rezaba el inicio fundatorio de la primera internacional.
Pero como el proletariado alemán o inglés que era el sujeto de la teoría no yuxtaponía los deseos teóricos de los elocubradores de teorías con sus intereses inmediatos .

El proletariado francés hizo o colaboró en una revolución burguesa donde se juntaban dimensiones subjetivas y objetivas. La frustración endémica del pre-industrialismo francés , el mundo rupestre que aún no manejaba el émbolo y el vapor se subió al carro de la burguesía y derribaron la Bastilla. Para matar al rey se necesitó de Marat que no era ese pre-proletariado y si usáramos la jerga marxistóloga diríamos lumpenproletariado que deambulaban entre el hambre y las barricadas .

A nadie se le escapa que el adoquín cortado generalmente por los presos se convirtió en poesía en esas y otras jornadas gloriosas donde se renueva la sangre de los pueblos y de la historia. La historia es larga y tú como abogado la conoces muy bien o por lo menos de otro punto de vista.
Creo que lo que trato de comunicarte es que no debemos idealizar lastres que sobreviven en nuestra forma de pensar. Los cristianos actuales moralizan sobre algunas formas de interpretar la existencia que tenían los cristianos primitivos. Las condiciones no eran las mismas , los tiempos son diferentes y detrás de esas formas de ver se enconden valoraciones conscientes o inconscientes. El proletariado es lo que es, reparte leche, hace un servicio social, manda a estudiar a su hija y le financia la carrera en la universidad y a pesar de que él se vió discriminado en las distintas formas está dispuesto a pagar la revalidación del título en cualquier universidad inglesa aunque en ello le vaya la economía y su propia realización.

La toma de conciencia de un "proletariado" (también podríamos llamarle pobres, inmigrantes , ciudadanos de tercera, marginados , gente de mal vivir, etc ) no es patrimonio exclusivo de una idea de lucha de clases que ya pasó de largo . La idea de una moral integral o que apuntase hacia eso pasaría hoy en día por otros tópicos sin desatender el frente sindical y lo que de allí se pueda hacer.

Después del frente de Madrid y la muerte de Durruti hasta para la misma CNT-FAI el contexto obrero fue desplazado por una visión politica que tenía más que ver con la España republicana que con la revolución social. Y sin bajarse del caballo de lo posible, objetivizar para juntar fuerzas y no malgastarlas en función de imprevistos futuros. Se que no hay recetas salvacionistas y que hay que hacer lo poco o mucho que se pueda. El orden de la cultura o la contra-cultura tiene sus vetas explotables, el mundo, la vida y la sociedad no se van a quedar quietas, siempre va a haber espacio para la experimentación y debemos de mantener la confianza de que los seres humanos pueden llegar a entenderse sin el miedo que les acompaña desde el origen.
Por supuesto que esto es una forma de estar contigo y vivir un pedacito de tu existencia. Aquí no hay ningún catecismo y muchas de las ideas están por la mitad.

Héctor y tribu , barón y varón de Tumba y aledaños a la espera que los pezones que alimentaron toda la manada me permitan alguna libaciones en mis horas metafísicas.

Héctor Díaz

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