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reflexiónes desde las cloacas

La empezación de la terminación

La empezación de la terminación

Hay que comenzar por la empezación, dijo el orador carraspeando un par de veces. Tal vez para aclarar su voz, o a lo mejor para llamar la atención del público que allí sentado, esperaba con impaciencia no disimulada, el término de esa charla para ir a comerse los platos prometidos después de soportar esa pesada cháchara que parecía nacer desde los más adentro de cavernas infernales. Aunque aún no se ha establecido con exactitud su ubicación en los mapas de la Creación. ¿Qué? Preguntó un ingenuo. E insistió. La ubicación de qué?  El orador se removió algo inquieto en su silla de madera maltratada por el paso inexorable del tiempo y se dispuso a ignorar tan atrevida pregunta y comenzar por la empezación.

Y la empezación, palabra que inventó a última hora para simplemente llamar la atención, y que hasta el más retrogrado de los analfabetos sabe que no existe, comenzó su farándula algo incrédula

Porque la poesía nace del alma y no de la razón.  Y cuando el alma toma el timón de nuestros comportamientos la razón deja de existir. O pierde terreno en nuestras vidas. Más tarde, alguien comentaría que toda esa diatraba no era más que una excusa del orador para también saciar su hambre crónica con un plato de comida caliente y bien sazonada, servida en verdaderos platos de loza y no de plástico como los que acostumbraban usar para tales menesteres curas arrepentidos, ex revolucionarios, distinguidas esposas de miembros del  Rotary Club (¿o de Los Leones?),  jóvenes entusiastas del partido comunista antes de apolillarse, o de distintas organizaciones financiadas por la ONU de ayuda a los más desposeídos del planeta.

Y la inseguridad que nos invade cuando constatamos que el alma le gana a la razón, es el quid de la cuestión, prosiguió. Pero hay muchos que quisieran que no fuese así. Y eso de que por la razón o la fuerza, continúe siendo el dogma que conduce nuestras existencias por el cauce  de la puerilidad oficial.

Y encerrado en una celda, en compañía de algunos de sus seguidores más cercanos acusados todos de atentar contra los sagrados valores de nuestra identidad, o de ser cómplices de tal aberración, se preguntaba sobre esa analogía cuando un fuerte garrotazo lo volvió a la realidad. No sigai hablando guevás, conche tu mare! O te voy a sacar la chucha! Le dijo el del garrote y lo volvió a levantar para escribir otro reglón de la verdad oficial en su cabeza- cuaderno.

No debería haber empezado por la empezación, se recriminó el orador sobándose la testa mientras el furioso guardia tornaba la cabeca y estabalo catando, a decir de un poeta anónimo que escribió esa frase en un gran poema épico del castellano, cuando describió la partida de Diaz de Vivar, el guerrero burgalés, a su destierro.

La poesía, continuó ahora en voz baja el orador para evitar más trancazos, nos llena de sentimientos variados que nos hacen vibrar, soñar… o recibir palos en la cabeza, agregó un chistoso sentado a su alrededor en la celda que compartían. Alguien soltó una risita irónica pero la gran mayoría se abstuvo de comentar.

Lo que pasa es que este huevón de mierda se cree el más superdotado de todos! Dijo el Flaco arreglándose con la punta de la lengua, el diente falso que hacia las veces de original en su boca obscura de obscenidades y de cavernas infernales.

Y volvemos al quid de la cuestión, dijo el orador bebiendo un poco de agua tibia que alguien había depositado en la mesita de su charla algo absurda. (¿O tal vez profunda y llena de verdades?) El pensamiento abstracto, limpio, ingenuo de niño sin prejuicios, pero también sin empatía, es lo que hace que la razón palidezca y pierda su esencia de guía moral en un mundo cuya naturaleza es inmoral! Esperó aplausos, pero los pocos que estaban despiertos no entendieron su mensaje y se dedicaron a sobarse las rodillas u otras partes del cuerpo mientras que otros bostezaban de manera más o menos discreta.

Porque eso de las cavernas infernales y otras huevadas parecidas son inventos de este huevón, y nada más. Que cavernas ni que veinte mierdas! Aquí lo único que hay son huevónes ingenuos que le creen y lo alaban y otros que, como yo, se lo mete por el culo!

Y como dice el refrán ese de que el silencio aprueba, tras la paletada de Pezoa Véliz nadie dijo nada, nadie dijo nada.

Del orador nunca más se supo. Aunque algunos dicen haberlo visto deambular por la Avenida Vicuña  Mackenna al llegar a Plaza Italia, allí donde el pulso de la ciudad es más intenso y contagia de vida (¿Benigna o maligna?) a todo el que transita por sus arterias sucias de sangre pavimentada y poemas olvidados. Pero esa aseveración nunca ha podido ser confirmada ni desmentida. La empezación entonces, nunca ha tenido terminación.

guillermo_suecia@hotmail.com

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