LA LLECA SUCIA DE LOS POBRES
Con mucho agrado presento aquí, una magnifica cantata poética del vate uruguayo Héctor Díaz. Su poesía y sus reflexiones son como una suave gota de miel, que transita emancipada sobre las inclemencias del entorno que nos envuelve.
La presencia de Héctor en el mundo literario, es sin duda alguna un gran aporte al mismo.
La obra que presento a continuación, es grande. Y después de consultarlo con él, decidimos publicarla en su totalidad. Es decir, sin fragmentarla en parágrafos que podrían trozar el grandioso hilo conductor de su Montevideo, descrito en lírica y una pizca de lunfardo el idioma de los tangos - que aquí sigue.
Guillermo Ortiz-Venegas ®
Me reviso a mí mismo, me he revisado a fondo
y nada encuentro. Vacío y frustraciones,
silencios prolongados y muchos desaciertos...
¿ podría ser esto un buen comienzo?
Héctor Díaz
10/11/27
¿Acaso es ahora, cuando nada soy
que me convierto en hombre?
Edipo en Colona
( Hace mucho )
Estoy aprendiendo tu poesía,
no se si se puede,
en falsete, en gotán, en calle sucia
en lámpara apagada,
en esquina de taitas
en malevos flacos,
en milongas a destajo.
En goles hechos de contrabando,
en suspiros robados,
¡! Oh ¡! - que se dejan hurtar,
haciendo cuentos,
mentiras blancas,
en un beso largo que aún me duele.
Montevideo 1
Sos un museo
de baldozas flojas,
salpicando mierda,
en los zapatos,
con suela de cartón,
tormenta de verano,
arrastrando descansos
mensajes o deseos
barquitos de papel.
Sos, la primera novia,
con sus ojos de barro,
voz ausente, silencios prolongados
un adiós.;... un volver: en el SUR
Montevideo 2
Cuando la ciudad, se hace gotan
se embruja la calle y el tambor se queja,
un Africa, lindando en el olvido,
un chico se hace repique,
un poeta se sienta en la plaza
un monumento prepotente,
un sable rascando el cielo,
un hombre peleando con sus sueños,
un palomo, corriendo su paloma
un obrero, buscando su jornal,
un faso añora una pitada,
un manicero, pregona su maní
un coloquio de bóvedas,
un metal verdecino,
un tiempo, en que soñábamos homologar París.
un fantasma, perdido en mi niñez
un tranvía de vías prolongadas
una estación, que dejó de ser bullicio,
una fotografía en blanco y negro,
se enroscan en las nostalgias
de ese otro
mi
Montevideo 3
La metamorfosis de la calle
se hace zaguán,
picaportes, gastados por los años,
bronce brillante, que se come el sol,
arabescos azules, que trepan escaleras,
claraboyas quebradas, por las lluvias
y el salitre del mar.
Mecánica del granito,
geometría cortada por los presos,
una avenida larga, piedra a piedra,
la luz que se quiebra en el silencio
de una ojiva cansada,
en su eterno esperar.
El balcón bostezando a las tres de la tarde,
un arrabal que se cruza con Carriego,
Discépolo rompiendo escaparates,
los vidrios rotos en un narrar de Borges
volcado de exprofeso sobre Roberto Arl,
megáfonos del tiempo, buscando algún atajo
para seguir soñando, con la luna y el mar.
Montevideo 4
La lluvia, castigando el barrio,
el humo, restos tenebrosos
la existencia,
torta frita para todos,
la Pulpera de Santa Lucia,
en los oídos
horizontes de Magaldi en la niñez.
Onetti con su medio litro, litro entero
contempla mis alpargatas desflecadas,
los diarios cubriendo el hormigón,
en un Cilindro en gris mayor,
fondo de ponchos verdes le ponen reja a la protesta,
esa larga noche sin sueños, una noche de más.
Y te agarrás de las pequeñas cosas,
repetís mil veces la poesía de don Pedro,
la que tu viejo en pedo
escupía a capela
y te quedás siendo clavo hasta el final,
viejo y ruín, enmohecido y reumático
cosechando herrumbrientas utopías.
Depués, la defensa de los recuerdos,
disfrazando macetas,
un corredor largo, con el sillón, la almohada
la abuela india que cuidaba los gatos,
jugando con el felino instinto
de no romper los frascos.
Te interrogás por la voz de los ausentes,
te acordás: de la cocina a leña,
la que cocía puchero proletario,
y soñabas
con el vinocorreabierto,
en la canilla del barrio,
y las cañas tacuaras,
música del viento,
un tacuaral en marcha,
hay que salvar la patria.
y
Después,
a torta frita compartida,
el muro de la esquina,
madreselva en flor,
la primer protesta,
un tiempo confundido,
sin oficio.
Montevideo 5
No existían las consignas,
solo nervio,
jardín escondido,
calle olvidada,
los últimos estertores
quebrados por el sol,
tierra roturada, campo abierto.
Montevideo 6
Picardía del bolichero
copa de grapa,
ladeada hacia adentro,
vidrio de fondo,
poco contenido.
Códigos secretos ,
biografías anónimas de la lleca,
donde un faso es un saludo,
y la noma se viene de costado,
en el alfabeto de la violencia,
de los dueños del queco,
Montevideo 7
Fuimos juntando los silencios,
la policromía de los entuertos,
el olor de los números,
el dolor de las palabras,
el sentido de los dígitos,
el decir de las flores,
el digno mundo de los gatos,
el hambre de los vecinos,
el alquitrán corrido de la calle,
el sol que pica en pila,
el medio día de las abejas
el verano de las mariposas,
el sinfónico concierto de la lluvia,
en el techo de lata,
el jazmín del país,
el desgano blanco de su piel
el cielo, donde lloran las glicinas
el olor a moscatel de la parra
el fútbol de los potreros,
el abuelo y su árbol de higos
el eucalipto inmenso,
el veteado verde, textura terciopelo,
el nombre que esculpimos,
tu nombre de matriz.
Montevideo 8
Tango que me hiciste mal,
tango de la memoria,
tango del volver, de estar a mano,
tango de sentir que la vida es un sueño,
de que valió la pena el gotán de tu existencia.
Un tango luchando con la angustia
un tango de traumas compartidos,
un tango de silencios rotos,
un tango de bullanga murguera,
un tango de calle y de esquina
un tango de estandarte y lonja,
un tango de candombe-nación.
Montevideo 9
Me duelen tus calles fuleras,
tus calles de mentiras,
tus viejos carromatos,
trepando, en el estribo de los años,
en estos días regalados de la vida,
donde el Morito, caballo del caudillo,
se hace consigna de los comienzos.
Montevideo 10
Los vientos, contar todos tus vientos,
los vientos de los poéticos puntos cardinales,
los vientos de todas las estaciones de tus años,
los vientos fantasmas,
los vientos cuenta-cuentos,
los vientos de la tarde o la mañana,
los vientos fríos y los vientos cálidos,
los vientos con resfrios,
los vientos de la locura y de las ganas,
los vientos del marlasudestada,
los vientos viejos de la pampa,
los vientos remolinos que juntan los mensajes,
los vientos de la tierra que hablan del pasado,
los vientos de los niños que nos traen la poesía,
los vientos anárquicos de la metafísica,
los vientos de los besos deseados,
los vientos del nacimiento y el comienzo,
los vientos del antipoder, los vientos libertarios.
Montevideo 11
El principito contaba estrellas,
vegetaba por la playa,
juntando estrellas muertas
ebrio de galaxias,
las pegaba en los cielos de Figari,
en los negros tú, en los negros che,
en la constelación de Mayakovsky,
en la mesa de Omar Khayyam,
en el vino de Baco,
en la flauta de Orfeo,
haciendo fiesta con la flor del pajarito,
dansando con el cardo azul del campo,
chucherías y cuchillos viejos,
loros verdes, loros flacos
Tolstoi, discurriendo con Balzac
en el filo exacto, cuadrangular
de la mesa literaria de la feria,
cuando el SUR era SUR, y era domingo...
Montevideo 12
Antes o después,
vino la huelga,
el portón de la fábrica,
el piquete,
las casas bajas
del barrio obrero.
El jardín de las rosas,
con su color protesta,
sangre del pueblo,
vientos, vientos
del hombre nuevo,
del que deberíamos SER,
y no nos dejan,
y se acumulan, vientos y vientos
de protestas,
vientos nuevos y vientos viejos
y nos seguimos subiendo al camión,
del que SE PUEDE
DE ARRIBA LOS QUE LUCHAN
que la LIBERTAD Y EL SOCIALISMO
solo lleva un poco más de tiempo.
Héctor Díaz
06.12.2010
Comentarios (Visita también:
Reflexiones desde las cloacas)
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