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reflexiónes desde las cloacas

A calzón quitado

A calzón quitado

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De abajo hacia arriba. Desde las raices hasta el final, comenzó a levantarse cual volantin con pocos soplidos para volar. La figura de su cuerpo se quebró como un salto de bailaor de flamenco no invitado a una corrida de toros, y los pañuelos del público testigo, batieron colores blancos de aceptación momentanea.
Y mientras todo gritaban su euforia al aire, la plaza se llenó de gente curiosa por ver cabezas rodar, a pesar de que las propias estaban pegadas a sus cuellos con pegamento sin mucho valor.

El sol se reflejaba en el azul del mar infinito, haciendo rebotar sus rayos hacia las caras esperanzadas de escandinavos congelados por siglos de vientos articos.
Una mujer depilaba sus axilas con la esperanza de ser perfecta, mientras la mirada de su hombre se concentraba en las bien torneadas piernas de la vecina del lado.

El bar estaba todavia abierto y la música que de alli salia, hacia despertar hasta los muertos del holocausto. De esos que murieron sin sus consentimientos, y que no los resucitará ni la fiesta más solemne de los hebreos, que celebran a la mitad de la luna de marzo, en memoria de la libertad del cautiverio de Egipto.
Pero en Santiago o en cualquier otro lado del mundo, las hermosas melodias del trovador judio Leonard Cohen, llegarán a todos los que las quieran escuchar, con la esperanza que también llegen a la franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalem.

Los dedos de sus pies se transformaron en raices exploradoras de profundidades subterráneas, mientras el resto de su cuerpo comenzaba a mimetizarse con la naturaleza que lo rodeaba.
Bob Marley tiró una poesia al viento, y yo me fui a nadar al lago más cercano a mi casa, con el convencimiento de haber recuperado algo de la colonización de nuestros cerebros arrugados y llenos de prejuicios.

Mañana será otro día, dijo la filosofa barata de mi vecina y el pelo se me erizó cuando me di cuenta que su parecer era el de la mayoria, y mi estupefacción, de la minoria.

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