My land is your land
El fluvio que corre por fuera de mi casa ya no lo soporto! me dijo Pelle con furia, cuando lo encontré casualmente en el supermercado del centro comercial cercano a nuestro barrio, embutido en ropas de bombero de pueblo chico: un par de botas de agua que le llegaban hasta las rodillas, una parca negra con cinturón alrededor de su cintura, gruesos guantes y un sombrero impermeáble de color verde oscuro, vestian su cuerpo algo escuálido de poblador escandinavo un tanto confundido por las decisiones municipales, regionales y nacionales que tomaban las autoridades, y que no siempre coincidian con sus propias conclusiones, de como conducir al reino a las puertas del paraíso terrenal. Pero nunca olvides lo que afirmó Karin, la narcomana rehabilitada, que cualquier intento por crear un edén en la tierra, irá irremediablemente a parar al infierno, le dije para provocarlo pues sabia que tanto Karin como el el agua de lluvias que se acumulaba en la entrada de su casa, lo ponian histérico.
Bruscamente me dió la espalda y continuó en su busqueda de productos sanos. Miré de reojo lo que llevaba en su carro y pude observar un tarro de café sin cofeina, un paquete de azúcar light (?), un tubo de mayonesa sin huevos, cigarrillos sin tabáco y mantequilla sin grasa.
Miré su figura vacilante de transeúnte terrestre perdérse entre los pasillos atestádos de ese laberinto del consumo, y sentí algo de pena y compasión. No por él! sino por lo que este puto sistema ha logrado hacer con el ser humano.
Bueno amigo, pensé, mi tierra es tu tierra. Y como la lluvia ya me tiene más que aburrido, he decidido cerrar hasta nuevo aviso la bitácora de mis reflexiónes. O hasta cuando el sol brille nuevamente sobre nuestras cabezas llenas de musgo, a ráíz de tanta lluvia veraniega.
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