AMOR
Amar, amor, amar hasta el colapso,
hasta que dios y Trosky,
se averguencen.
Ella era atea, él era cristiano,
cubrían las máscaras,
con la libertad de un trapo,
y copulaban gritando y sudando.
Dejar que el subconsciente se libere,
la revolución espermatozódica,
la entrada genial en la vorágine
de una vagina hambrienta y despiadada.
Libera el alma,
A cada Trosky con su Mercader
a cada Judas con su Cristo victimario,
media cara al viento,
una de risa y otra de tristeza,
embriagados de besos y caricias,
dejaos ir, por la llanura eterna
de contemplar al otro, de saber esperarlo.
La máxima expresión del respeto bien logrado,
el otro agradece la escapada,
y viceversa, fuerzas equilibradas
el Diablo riendo a carcajadas
por las tierras tan anchas de la pampa.
Galopando los potros retumbando,
enhiestos cascos dejarán la marca,
en la tierra árida del tiempo,
y ese olvido de fatuos fuegos consagrados,
vencerán tan solo en un instante
el fondo del miedo ancestral
que desde el comienzo nos viene acompañando.
Dios por fuera, ni premios ni castigos
por dentro el Diablo y Aristóteles esperan,
la tierra arada, la semilla fermenta,
el abono promueve, la lluvia hace,
y en las noches de viento
el amor se introduce y sale,
por todas las ventanas.
Héctor Díaz
2007-12-06
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