Cumpleaños desde la distancia
Un diez de Diciembre del año 1973, nació en Neuquén, Argentina, mi hija Tania Loreta. Dió luz a su vida en un país que si bien es vecino, no era el suyo ni el mio tampoco. Nuestra vida en común alli fue escaza, pues ganarse el pan de cada día era lo fundamental. Las hice de manzanero en los fundos de los grandes latifundistas argentinos y chilenos, intenté ser mecánico en un garage de autos en reparación, fabriqué adobes de tierra pampina con la espalda al sol y los dedos endurecidos por la greda de la madre tierra que a lo mejor se queria vengar de la violación a la que es sometida a diario por el ser humano, y después de cada jornada de trabajo, me tiraba un rio que por ahi pasaba, para ablandar mi cuerpo y dejarlo flotar entre corrientes de masájes naturales, para poder soportar el día siguiente.
Y el diez de Diciembre de 1973, año de la muerte en Chile y tamben de mis esperanzas de ser tu padre, y en medio de una tormenta pampina argentina, que nos llenó de alacranes y otros bichos desconocidos, decidistes que era tu hora de aparecer al mundo. Y lo hicistes con gritos y chillidos, tanto de tu madre como mios, que como padre primerizo, aun no sabia como funcionaba eso de como una hija se desprende del cordön umbical desde el utero de una mujer.
Hoy día se celebra com pompa y fuegos artificiales, la entrega de los distintos premios Nobeles en la bien pulida casa municipal de Estocolmo. Y todo terminará con una cena de lujo en sus salas de comilonas sin razón, porque asi como millones de mujeres en el mundo, mi hija no tiene nada que celebrar. Salvo un año más o un año menos en su vida, pero un premio Nobel no le da nadie, ni aun por el hecho de ser una mujer conciente de su rol como ser humano es este puto planeta llamado Tierra.
Feliz cumpleaños lejána hija! Y no es tu culpa ni la mia, que el Homosaurio haya separado nuestras vidas. Pero desde la distancia, estaremos siempre unidos. Tú y yo.
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