Reflexión pasada de moda
Un café sin azúcar, una flor en una lata de cerveza, y una caricia en tu cuerpo para recorrerlo con mis manos en toda su geografía exuberante. Algo de sol y mucha tolerancia y comprensión. No pido más que eso, pero a lo mejor es mucho exigir en tiempos de privatizaciones y ventas al por mayor del inmoderado y excesivo afecto que sienten los payásos del parlamento europeo y similares, por la compra y venta de la existencia terrenal, y de la globalización sin fronteras de la explotación del ser humáno. Pareciera que la unica manera de salvar el afecto al prójimo y al medio ambiente es haciendolos rentables para, ya transformados en acciones, introducirlos en la Bolsa de Comercio. El capital financiero se encargará entonces de hacerlos florecer o enviarlos a la quiebra. Y si la idea no les gusta, pues hágan algo para impedir que nuestros hijos se queden sin amor y también sin planeta en que morar. Pues también pareciera que aquellos que viven según los principios egoistas que ofrecen las reglas del libre mercado y la competividad sana del capitalismo feroz, se tomaron muy en serio eso de que la vida es corta y la muerte eterna.
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