Observaciónes espontáneas

Y justo en el momento en que mis pensamientos comenzaban a tomar forma en un paradero de buses, me percaté que un par de mujeres jóvenes empujando modernos coches en los que descansaban sus respectivos hijos, interrumpieron mis pensamientos.

El parecido entre ambas es algo que remarcar, pensé. Las dos son rubias. Más o menos de la misma edad. Sus hijos parecen gemélos. Y los coches? Idénticos!
Y mientras mis pensamientos corrian ya por cuenta propia bajo el techo del paradero, nadie intercambió palabra con nadie. Todo sucedia muy sereno, mientras la lluvia se empecinaba en caer sobre la pequeña superficie de aquélla estación de buses, que era nuestro único refugio momentáneo y artificial.

Empujado por la fuerza de un viento anárquico, un periódico matinal abandonádo a su suerte se agitó entre mis pies, y pude leér entre sus líneas mojádas por las lágrimas del cielo que Irina Sendler, esa valerosa mujer polaca que durante la Segunda Guerra Mundial logró salvar la vida a 2 500 niños judíos, sacándolos a escondidas del ghetto de Varsovia, habia muerto hoy día a la edad de 98 años, en Polonia, su amado país natál.

Porque eso de salvar vidas a riesgo de la propia, no es algo que todos hacen en primera instancia. Qué va! Ni siquiera en quinta, pensé y quize rascár mi conciencia, pero las uñas las tenia muy cortas, y no alcanzaron a cumplir tan noble propósito. Viva Irina!

El abandonado periódico siguió su rumbo, y yo también el mio. Y mientras un nuevo día depuntaba, el alma de esa valerosa y fantástica mujer ya habia llegado a su destino.

Y cuando una voz metálica y neutral avisó por los parlantes que habia llegado la hora de abordar mi último viaje sin retorno, me camuflé como lo hace un camaleón cuando quiere pasar desapercibido, y me fui a disfrutar de una sesión de sauna finlandés para suavizar mi piel con el ungüento de tu sudor.
Y mi conciencia de Iscariote aficionado dejó para siempre de existir.

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