Confesiones musicales y de las otras
Percibí nítidamente el sonido de sus entrañas cuando deposité mi frente en su ombligo. Eran como erupciones volcánicas desde lo más profundo de la tierra caliente que la abrazaba, que eran sus tripas eróticas. Como un puñado de lombrices pálidas, servidas en vasija de piel tenue y cobriza.
Pasó su mano por el escaso pelo que adornaba mi testa llena de calvicie, y un puñado de mi cabello se enredó entre sus dedos blanquecinos, soltándose dulcemente de mi cabeza de simio confundido.
¿Cuando irás a la peluquería? Me preguntó con su bella voz de virgen atragantada por vergas infernales. Si me sigues acariciando no será necesario, le respondí con clamor ligeramente adormecido por las caricias de sus enclenques dedos de huésped VIP en campo de concentración nazi.
La résistance, l’imperialisme, le capitalisme… oigo un clamoreo africano hablar por una radio cualquiera que alguien dio por encender, cuando hacíamos el amor en paños menores, turbados por nuestros quejidos de placer y baboseados enteros de tanto languetear bocas, y otras partes libidinosas que componían nuestros cuerpos sin antifaces de ropajes obligados.
Se dio vueltas en la cama y una de sus caderas raquíticas se introdujo entre mis piernas. El dolor que causó el choque de sus huesos sin carnes, con mis flácidos genitales fue monstruoso y un gemido sordo salió de mis cuerdas vocales, desgastadas por el vino y el tabaco. Lamento que Dirce por supuesto confundió.
¿Te gustó el momento? Me preguntó con dicción placentera y le mentí que SI con voz tembleque y apenas perceptible, de macho herido en lo más femenino de su masculinidad . ¿Y cual es la diferencia entre tú y otras? Me pregunte cuando salí del baño y escuchabas a Edith Piaf en un tocadiscos antiguo y pasado de moda. Y en ese preciso instante deduje que tu música era la mía. My home is your home! Te dije y sacándome las telas de araña de mi consciencia, te agradecí que hablaras en latinoamericano y no en español. Y me invitaste a dormir en la alfombra de tu alcoba pues tu cama estaba ocupada. ¿Como no amarte entonces?
Y entre vuelta y vuelta, en el lecho que cobijaba el peso de nuestros cuerpos enredados en mortajas deshilachadas y sudarios toscos , estiré un brazo para rescatar el libro que amenguaba mis noches de insomnio, pero lo único que logré percibir fue el intento de roce que Michelangelo le adjudicó a Adán en su creación pictórica inmortal. Porque el tacto de mis dedos nunca llegó a palpar la solapa del libro en cuestión, pues en ese preciso instante comprobé que me había cansado de leer a Bolaño y cerré su obra para siempre. Y abrí mis sentidos a la hermosa música de Joe Vasconcellos, Leon Gieco, Fito Páez, Sandra Mihalovich, Celeste Carvallo y cientos de otros que nunca se escuchan en las emisoras anglofilias europeas. Les ofrezco un texto de Joe Vasconcellos, el cual con la música que lo acompaña en un video al comienzo de este articulo, hacen un todo magnífico. Hijo del sol luminoso |
Joe Vasconcellos |
Y cada vez que voy a cerrar el día después de haber cumplido obligaciones sin sentido, escucho a nuestras voces latinoamericanas susurrándome buenas noches, y duermo bien. Lo cual no es poco decir, en tiempos de globalizaciones anticulturales donde el insomnio es lo normal.
Guillermo Ortiz-Venegas ®
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