Nadie es más
Extraviado en tu mirada recorría
mi sigiloso andar, tu andar venía,
fué la sonrisa, quizás la noche
un remolino venido, canción cantada
eterno vuelo de paloma, vibraciones ligeras
alas blancas, abanico cortando los suspiros
de un momento sin tiempo,
donde los verdes silencios espiaban los jardínes
de esa brisa ligera escapando hacia el mar
y a los abismos ignotos que nos brindó la vida.
Amar es un dilema, inmensurable axioma,
un demonio encerrado, sin peso ni medida
laberintos de oníricos deseos, promonitorios estertores
flor que se cultiva aprendiendo a sufrir.
Un verso es la mano querida de una amiga,
una línea de tierras trabajadas para ser un vergel,
semillas a punto de hacer capullos nuevos
canteros, regadios, cielo celeste, amaneceres
sintaxis venideras, futuro devenir.
No somos más, que lo que fueron otros
retazos de una colcha, con desflecados ecos
esperas y agonías, esperanzas y afectos
el que paciente espera derrotar el poder.
Nadie es más que nadie, de paso estamos
somos agua corriendo, regando ese vergel
cultivando a veces las flores más airosas
viendo nacer el sol, dios de todos los días
que nos da vida eterna y nos hace crecer.
La mañana que el hálito de mi voz no empañe,
el cristal que refleja el dejo de tu ser
te veré con mis ojos cerrados para siempre,
miraré hacia adentro y ahí te encontraré.
Después seremos eco, recuerdos del ayer
caminos de otros sueños, empujando detrás
de la eterna esperanza, que acompaña al hombre
de hacer un mundo nuevo, con nuestro propio ser...
Héctor Díaz
2011-02-09
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