Exodo o alucinaciónes cotidianas
(Visita también: Reflexiones desde las cloacas)
Cientos de pies descalzos han pisoteado mis espaldas y miles de litros cúbicos de orines y aguas servidas han bañado mi cuerpo. He visto morir a más de uno y también hay sangre humana revuelta entre mis fangos. Vómitos y desperdicios son mis adornos y ahora ha aparecido un nuevo elemento al cual no estaba acostumbrado: vehículos de patrullas policiales dejan sus huellas sobre mi superficie y sus apariciones por aquí no pasan nunca desapercibidas. Un desaparecido por aquí, un muerto por allá
Y porqué te burlástes de mi, ayer en la noche cuando buscaba protección? preguntó Pelle. Le parecia absurdo que una calle estuviese conversándo con él, pero acaso no lo es también que tú puedas razonar? respondió la calle y guardó silencio.
Si por lo menos hubiesen pavimentado mi cuerpo, dijo como para si y soltándo una risita sarcástica, agregó: fue realmente divertido. El qué? qué fue divertido? contestó Pelle con cierto enojo. Nada de lo que has dicho hasta ahora me parece divertido!
El verte correr por sobre mi vientre. Eso fue divertidisimo! Y !Aló mi amigo! hasta renegastes de tus principios! Son acasos tan débiles? continuó provocativa la maldita calle.
Pero, de qué estas hablando? contestó Pelle con asombro no fingido. Jamás he renunciado a mis principios, ni lo haré jamás!
Estabas dispuesto a cualquier cosa con tal de salvar tu pellejo, siguió machacando la calle pues ya habia encontrado el lado débil que andaba buscándo.
No sé de que me hablas!, respondió Pelle cansado, y súbitamente se dió cuenta que habia dejádo de ser perseguido para transformarse en éxodo de plegarias escuchadas.
Pasó suvemente por la callejuela embarrada, como sin pisárla, y cuando llegó al final de la misma, ya no estaba en su país.
Su salida del mundo andino, habia sido como el silencio de una siesta mediterránea.
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