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Mujeres mapuches en la Feria Pinto de Temuco, Chile. Región de la Araucania

Mujeres mapuches en la <strong>Feria Pinto</strong> de Temuco, Chile. Región de la Araucania

Foto: AZKINTUWE

(Visita también: Azkintuwe. Periódico mapuche)


“NO NOS MOVERÁN!”
por PEDRO CAYUQUEO – Temuco – 23/03/09

Cada mañana, cientos de mujeres mapuches del sector Truf Truf arriban hasta la Feria Pinto de Temuko, en el sur de Chile, esperando no ser detenidas y sus canastos con productos agrícolas confiscados. Víctimas de una millonaria remodelación que no las contempló, luchan hoy por mantener su principal y a ratos única fuente laboral. En proceso de organización como gremio de productores, advierten darán dura batalla al municipio local. He aqui parte de su historia.

Por décadas han comercializado sus productos agrícolas y hortalizas en la tradicional Feria Pinto de Temuko, capital del País Mapuche. Al por mayor y al detalle, ya sea abasteciendo a los feriantes “establecidos” o instalándose ellos mismos en alguna vereda con sus productos. Hoy, más de 100 pequeños productores mapuches, en su mayoría mujeres campesinas de la comuna de Padre Las Casas, ven peligrar su principal fuente de trabajo por disposición municipal. Son ellas quienes cada mañana nutren a la popular Feria de lechugas, tomates, cilantros, zanahorias, choclos y repollos de temporada. También de quesos, huevos, nalcas, miel, mote, tortillas e infinidad de otros productos típicos de la zona. Sin embargo, víctimas de una millonaria remodelación que no las contempló, cada mañana deben lidiar también con inspectores malhumorados y comerciantes inescrupulosos que, celosos de su clientela, las denuncian sin pudor a Carabineros.

Por estos días, verlas corriendo con sus canastos al hombro se ha vuelto escena habitual. Muy pocas logran escapar de la fuerza pública. En las últimas semanas, al menos cinco veces las han desalojado, denuncia Magdalena Cabral (35 años), dirigenta de la Agrupación de Pequeños Productores Mapuche de Truf Truf, instancia en formación y por medio de la cual advierten darán dura batalla al municipio. “Nosotros por años nos hemos instalado en la Feria Pinto, temporalmente entre septiembre y abril, abastecemos a los feriantes y también, el resto que nos queda, una o dos docenas de huevo o verduras, por ejemplo, las vendemos en la calle. Esto lo hemos hecho por años, décadas, incluso algunas lamgenes (hermanas, en mapuzugun) cuando eran niñas acompañaban a sus mayores desde el campo y ahora ellas continuan esta labor para criar sus hijos. El otro día muchas vendedoras recibimos insultos, nos botaron la mercaderia y luego se la repartían los comerciantes de los locales como buitres”, señala a Azkintuwe.

Magdalena siente rabia. No entiende las razones del municipio local para decretar la expulsión de los mal llamados “feriantes ambulantes”. Culpa al municipio y, principalmente, al actual edil Miguel Becker, del derechista partido Renovación Nacional. “Nosotros el año pasado fuimos a dejar una lista de más de 500 personas al anterior alcalde, don Francisco Huenchumilla, quien al menos dejó libre para que vendieramos nuestros productos. Todo cambió con la llegada del señor Becker, desde entonces no nos han dejado en paz los inspectores y los Carabineros. Hemos pedido conversar con él, pero no hemos tenido respuesta. Queremos que se regularice nuestra situación, si hay que pagar diariamente, estamos dispuestas a hacerlo, pero no nos quieren escuchar. Nos dicen que Truf Truf es parte de la comuna de Padre Las Casas y que debieramos ir a vender nuestros productos a ese municipio. ¡Pero si por años hemos trabajado en esta Feria! Es una falta de respeto lo que pasa”, subraya molesta.


Sitio histórico
La Feria Pinto es el principal mercado al aire libre de Temuko y la región. Ubicada en el populoso sector de Ferrocarriles, fue construida el año 1945 como centro de acopio y comercialización de productos agrícolas generados en la zona. En ese entonces, el objetivo fue facilitar el traslado tanto de personas como de productos a otros lugares de La Araucanía, por el impulso que se generó a raíz de la Estación de ferrocarriles emplazada en el sector. La componen más de 600 locales, distribuidos en los bandejones centrales de las populosas calles Aníbal Pinto, Balmaceda y Lautaro.

Patrimonio Histórico de la ciudad, para muchos es además el principal centro turístico de la capital regional. Lo atestiguan los miles de turistas, chilenos y principalmente extranjeros, que cada año maravillados recorren sus locales plagados de colores, sabores y aromas de los campos de la región. Y es que la Feria Pinto es mucho más que una simple alternativa a las grandes cadenas de supermercados o de retail. Es, por esencia, el principal centro intercultural de la ciudad, el verdadero “rostro mapuche” de una urbe que a comienzos de la década ostentaba una de las tasas de crecimiento más grandes de Sudamerica y que, poco a poco, se ha ido blanqueando hasta volverse casi irreconocible.

La Feria Pinto representa uno de los últimos bastiones de un Temuko mestizo, multicultural y bilingue de antaño. Y son precisamente las pequeñas productoras mapuches, hoy expulsadas del sector, las responsables de que así sea. Pero ello poco pareciera importar al municipio, que acaba de cerrar con bombos y platillos la última étapa de la remodelación del histórico recinto. Esta se acordó el año 2001 durante la administración del alcalde democratacristiano, René Saffirio, y comprendía el mejoramiento de los tres bandejones que componen la tradicional Feria. Con un costo estimado en 2 mil millones de pesos, el proyecto buscaba además garantizar mejores condiciones de trabajo “para todos los pequeños productores mapuches”. Una absoluta falsedad, según denuncian hoy los afectados.

“Aca siempre las autoridades se llenan la boca hablando de los mapuches y de como la Feria es un ejemplo de integración cultural. Eso es completamente falso. Si usted va a la Feria, gran parte de los locatarios son comerciantes winkas (no mapuches) que jamás han producido nada. Son comerciantes, solo compran y venden”, puntualiza Magdalena Cabral. En los hechos, razón tiene Magdalena. Cifras extraoficiales del municipio local estiman en solo un 20% los comerciantes mapuches que tienen “locales con permiso” en la Feria. Para la remodelación, cada locatario con patente debió pagar 100 mil pesos, una cifra inalcanzable para los pequeños productores, reconoce la dirigenta gremial. Si a ello se suman otros 45 mil pesos semestrales por ocupar un espacio de venta, el bajo porcentaje de locatarios mapuches se explica por si solo.


“Parar la olla”
Miembro de la Comunidad Mapuche “Mateo Anton”, del sector Itinento en Padre las Casas, tres días a la semana Sonia Cordova (30 años) madruga con sus hortalizas para instalarse -literalmente- en la cuneta oriente de calle Pinto con sus canastos de mimbre cargados de ofertas. No es la única, nos cuenta. Cerca de 100 campesinos de su sector realizan el mismo periplo desde hace décadas, llueva o truene, en invierno y verano, con el frio calando los huesos o con el sol hirviendo sobre el asfalto. No queda otra. Para la mayoría, es la única forma de generar dinero extra para sus familias. Más aún cuando la agricultura de subsistencia que practican apenas da para “parar la olla”, reconoce. “Yo soy dueña de casa, no tengo profesión como para cambiar de trabajo, vivo de la agricultura, de mi pequeño negocio de hortalizas y necesito un lugar para vender mis productos. Yo tengo tres hijos y cada temporada compro sus cositas con esta plata que me gano. Utiles escolares, uniforme de colegio, todo lo que mis hijos necesitan lo compramos con esta platita”, señala a Azkintuwe.

“Las autoridades dicen que los mapuches son flojos, borrachos, que les dan tierras y no la trabajan, eso dicen siempre. Pero aquí se ve que es mentira, nosotros somos cientos de familias a quienes se nos está quitando la posibilidad de surgir”, reclama Sonia. “Yo salgo a las 3 de la madrugada hacia Temuko, para poder vender a primera hora a los comerciantes y luego encontrar un lugarcito donde instalarme en la Feria para vender otro tanto a la gente. No es un trabajo fácil, es sacrificado para nosotras”, subraya. “Es un trabajo familiar, nuestros maridos son quienes producen en la comunidad, cultivan las hortalizas y nosotras venimos al pueblo a vender, asi lo hemos hecho por años”, agrega Sonia. Los últimos acontecimientos, sin embargo, han modificado en parte esta rutina familiar. “Ahora muchas vendedoras vienen con sus maridos, ellas se instalan en la vereda y ellos se ubican cerquita, caminando por ahi, vigilando que no vengan los inspectores o Carabineros. Parecen leones los caballeros caminando de allá para acá... de repente nos da risa en la situación que estamos, pero también da pena, mucha pena andar así, arrancando una con sus cositas al hombro”, se lamenta.

Comparte su indignación Patricio Llaupe (34 años), también miembro de la Comunidad “Mateo Anton”. “Lo que hacemos solo busca mejorar nuestra condición de vida como campesinos mapuches. No afectamos a nadie, no le robamos a nadie, al contrario, somos nosotros quienes proveemos de productos a la Feria, a los comerciantes establecidos como les llaman. Por eso trabajamos la hortaliza, las frambuesas y eso lo saben las autoridades”, nos señala. “Por una parte ellos nos dicen que trabajemos el campo, que produzcamos hortalizas, INDAP incluso hace una tremenda inversión en riego en esta zona, más de mil millones de pesos invertidos en el Canal Itinento, pero resulta que después no nos dejan vender nuestros productos”, denuncia el comunero. “No es justo que nosotros nos sacrifiquemos sembrando, con insumos que son caros y despúes termine todo en la basura en Temuko”, apunta, visiblemente afectado.

Como dirigente del sector, a Llaupe le ha correspondido ir y venir de las oficinas municipales sin respuesta alguna para su gente. “Nos dicen que sigamos esperando. Ahora hemos pedido una reunión con los encargados de la municipalidad, el INDAP y la Intendencia Regional, porque creemos que es un problema que trasciende el municipio. Es la última gestión que haremos antes de movilizarnos con nuestras familias en Temuko. No estamos solos en esto, hay otras familias afectadas de Freire, Quepe, Lautaro, Vilcún, Chol-Chol... hablamos de 500 a 800 personas que tienen amenazada su única fuente de trabajo”, subraya. “Estamos aburridos de pasar de oficina en oficina. Con esto de la cesantia y de la crisis económica que hablan, es una verguenza que nos quiten nuestro trabajo. Si nos derivan a otro lado, nos condenan a la pobreza. Hay comunas donde ni siquiera existen ferias como ésta, entonces, es una burla que el señor Becker nos diga que volvamos a ellas como solución”, agrega.

“La situación es grave, hablamos de una actividad económica fundamental para las comunidades periféricas a Temuko”, señala Gustavo Quilaqueo, presidente de Wallmapuwen, colectividad política que asesora a los mapuches de Truf Truf. “Ellos generan cientos de plazas de empleo, venden productos sanos que van en directo beneficio de la ciudadania y proveen con sus productos a los propios comerciantes establecidos de la Feria Pinto, de allí que nos parece un contrasentido que en tiempos de crisis se obstaculice de esta forma una dinámica económica, productiva, comercial, tan importante”, subraya el timonel a Azkintuwe. “Por otro lado, aquí se están violando derechos fundamentales, como lo son el derecho de las comunidades al trabajo y a su desarrollo económico, ambos contemplados en diversos instrumentos internacionales firmados por Chile, uno de ellos el Convenio 169 de la OIT”, agrega Quilaqueo, quien recalca la necesidad de avanzar hacia una solución de fondo y no de parche.

“Cualquier solución debe ser pensada a largo plazo. De nada sirve hoy que el municipio entregue autorizaciones y credenciales temporales a un pequeño grupo para que sigan en la calle. Creemos que esto trasciende además al municipio de Temuco, de allí que estemos demandando con las comunidades una reunión con la Intendencia Regional, INDAP y la propia CONADI. Lo hemos charlado con la gente de Truf Truf: lo que se requiere es contar con un espacio permanente en la Feria, donde los pequeños productores puedan comercializar sus productos lejos de cualquier incertidumbre. Hablamos de infraestructura, de un proyecto de inversión de recursos públicos, pero sobre de voluntad política”, finaliza Quilaqueo. Mientras esperan su primer encuentro con las autoridades, cada mañana las mujeres de Truf Truf arriban hasta la Feria Pinto esperando no ser detenidas y sus canastos con productos confiscados. Por décadas el rostro más tradicional de Temuko, hoy luchan por no ser expulsadas de una urbe que -ante tanta modernidad y crecimiento - pareciera estar olvidando sus raices / AZ

Nota: este reportaje ha sido tomado en su totalidad de la edición.digital www.azkintuwe.org del Viernes 10 de Abril del 2009 en su última actualización a las 13.00 PM.

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