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reflexiónes desde las cloacas

Teresa Romero. Sobre la irracionalidad y la empatia en una sola moneda

Teresa Romero. Sobre la irracionalidad y la empatia en una sola moneda

Desde que empezó la crisis del Ébola en España, mucha agua ha corrido bajo el puente. A mediados de Agosto y en Septiembre respectivamente, fueron trasladados desde Africa dos misioneros españoles contagiados por esa enfermedad. Ambos fueron internados improvisadamente en el hospital Carlos III de Madrid, en donde fallecieron a poco llegar. Otrora un gran centro de investigación de enfermedades infecciosas y tropicales, ese servicio de salud ya estaba siendo desmantelado gracias a la política neoliberal del gobierno de Rajoy, impuesta por la Troika y aceptada en su totalidad y sin rechistar por el gobierno derechista español. A la sazón, el Carlos III no cuenta ni con el diez por ciento de su personal activo. 

Una de las auxiliares de enfermeria que se ocupó de cuidar a los dos misioneros fue Teresa Romero - nombre ya conocido por la opinión pública - la que fue contagiada por el virus del Ébola en algún momento al cumplir sus labores, sin que se haya determinado con exactitud cómo y cuando se produjo, y ha sido la primera victima de esta terrible enfermedad que se contagia fuera de Africa y la primera en Europa.

El "caso" de Teresa se ha transformado en una pugna tecnocrática, burocrática y de politicastros de cuello y corbata con el desvergonzado Javier Rodriguez - Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid - a la cabeza y con la incompetencia de Ana Mato que sustenta el irónico titulo de ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, a escasos milimetros del primero. Todos y cada uno intenta sacar ventaja política del drama que está viviendo Teresa, aislada en una sala improvisada del Carlos III de Madrid.

Es por eso reconfortante leer una carta que Ana de Pablo, médico especialista en Medicina Intensiva y máster en Bioética, le escribió Teresa Romero. En su sincera misiva, publicada en su blog, Ana se pone en la piel de la enfermera e intenta averiguar cómo se siente recluida entre las cuatro paredes de su habitación en ese hospital.

La carta se está difundiendo por las redes sociales y está conmoviendo a la opinión pública, muy sensibilizada con este tema.

Desde Estocolmo, un fuerte abrazo solidario y lleno de empatia, Teresa! Ya te has transformado en un simbolo de la lucha por la Vida y del pensamiento Humanitario!

Ahí va la misiva:

"Querida Teresa:

No sé si algún día leerás esta carta, en el mundo digital nunca se sabe. He decidido escribirte porque, entre todo lo que he leído sobre el Ébola, me falta algo. Sé muchas cosas sobre ti (que no se deberían haber publicado), tengo cierta idea de lo que pasó (hay tantas contradicciones...) pero aún no he encontrado a casi nadie que se preocupe de lo que verdaderamente importa: tú.

No he visto a nadie ponerse en tu lugar. Yo lo intento y me imagino tu miedo al ponerte el traje por primera vez, sin casi formación. Me imagino tu angustia cada vez que te ponías el termómetro. Tu indefensión cuando, desde salud laboral, quitaban importancia a tu malestar. Imagino tu intranquilidad pensando que has podido contagiar a otros. Tu angustia intentando revivir qué pudo salir mal. Tu enfado al ver como tu "quizá me rocé al quitarme el guante, porque es lo más crítico" se convierte en un "confiesa que se tocó la cara". Como si hubieras estado jugando a la ruleta rusa en vez de atendiendo a un paciente de alto riesgo biológico.

Imagino tu soledad en esa habitación de aislamiento, la pena por tu perrillo que no has podido compartir con nadie. La rabia cuando veas cómo los de arriba te abandonan y te convierten en arma política, en ocasión de conservar o no su poder.

Me siento muy identificada contigo, porque a mí tampoco me ha enseñado nadie a ponerme el traje de seguridad. Es más, en mi hospital no hay monos, solo batas impermeables y mascarillas, que dejan muchas zonas expuestas. Y las respuestas de los responsables son deplorables. Me imagino tu indignación al pensar que tu desgraciado contagio ni siquiera va a servir para que se revisen los protocolos y se mejore la formación, para proteger a tus compañeros.

No salgo de mi asombro cuando oigo cómo los que te han puesto en riesgo por la improvisación, por los déficits en gestión, por un protocolo que reconocen erróneo, por no asegurar que alguien te supervisara y ayudara a quitar el traje, quieren ahora culpabilizarte y lavarse las manos. No sé cómo te contagiaste. No sé qué pasó en el centro de salud y en Urgencias, no sé si tardaste en avisar de tu contacto con el virus, pero nunca se me ocurrirá juzgarte. Tu nivel de angustia en ese momento podría haberte llevado a hacer cualquier cosa. Quizá tenías miedo de que te remitieran de nuevo al Carlos III, a ese servicio de salud laboral que no te hacía demasiado caso. No lo sé. Solo sé que te contagiaste haciendo tu trabajo, ese trabajo tan bonito que tiene un solo nombre: CUIDAR. Que quizá llevaste un poco de consuelo a los últimos momentos de los misioneros fallecidos. Que debes estar orgullosa de tu profesión, aunque te haya puesto en riesgo.

Cuídate, Teresa. No hagas caso a todas las tonterías que se han dicho y que se seguirán diciendo. Cuentas con el apoyo de tus compañeros. Con el de todos lo sanitarios, que admiramos tu valor al exponerte al contagio. Confía en los cuidados y la atención de los profesionales, que son lo mejor de este maltrecho sistema sanitario. Ojalá todo salga bien. Te esperamos en unos meses para celebrar tu curación, quizá en una nueva Marea Blanca. Ánimo, Teresa. No estás sola".

 

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guillermo_suecia@hotmail.com 

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