Blogia
reflexiónes desde las cloacas

Reencuentro inesperado

Reencuentro inesperado

Cuadro de Tania Ortiz Zuñiga

Y llegó el día en que mis sueños camuflados en amigos leves, me pasaron a buscar para viajar. Y si esa era una manera de romper la monotonia de mi vida, mas también la soledad que la envuelve asi como las sombras de mi cuerpo reflejadas en el azfalto de las calles que piso, envuelven mis pasos por donde quiera que yo vaya, pues porqué no? pensé. Y comencé de inmediato a empacar todo lo necesario para sobrevivir cualquier sorpresa.    

Al arreglar mi mochila - la misma que me acompañó por tierras lejánas del norte europeo - que ahora me llevaría de vuelta a la tierra que me vio nacer, sentí que tal vez un reencuentro con mi pasado desconocido, era el ultimo peldaño que me faltaba por trepar, para poner la postrera pieza en el rompecabezas de mi existir.   

Y asi equipada, recorrí caminos de tierra reseca por el tiempo con mis pensamientos concentrados en la aventura que el destino me ofrecia de manera inesperada. Lo cual me ayudó a disfrutar un nuevo viaje de recorridos ancentrales que tal vez, habia caminado en epocas pasadas.   

La naturaleza que me rodea ayuda también a apartar mis pensamientos, de otra cosa que no sea el regocijo de mis ojos al ver los paisajes por los cuales transito de manera fugaz. Y a lo lejos, pero muy cerca a mi, la Cordillera surge desde el horizonte cada vez más imponente e inhóspito, pero también invertido: en mi realidad, si miro al norte la Cordillera está siempre a mi derecha, pero si miro al sur está a mi izquierda. Asi ha sido desde que yo tengo memoria! Hasta que la otra cara de esa enorme y arrugada cara montañosa, me enseñó su otra mejilla. Las fronteras nacionales no las creó ella, asi como tampoco las contradicciones y diferencias que esas podrian ocasionar.  

Y luego de subir, subir y subir por un camino que bordeaba los cerros y también el Universo, apareció ante mis ojos la majestuosa presencia del Lago Maule y sus maravillosas aguas claras, tranquilas y enormes cuyas dimensiones son tan infinitas, que a veces su principio se confunde con su fin. El intenso verde obscuro de su superfice mojada me hizo pensar que a lo mejor son los bosques milenarios y submarinos los que le dan su color, porque a pesar de tanta agua dulce, ni un solo árbol lo rodeaba. Ni una sola ave transitaba por su cielo, ni un solo animal se distinguia en su dimensión. Solo yo, con mis sentidos concentrados en esa magnífica obra de arte que la Naturaleza me estaba ofreciendo y que no queria interrumpir.  

Y pienso con algo de egoismo tal vez, que me bastó con solo ver lo espléndido de ese espectáculo inigualable para calificar mi viaje de exitóso. De experimentar algo exótico que llenó mi alma de una paz intensa y reconfortante. A lo mejor toda la solución a mis problemas existenciales está en viajar y viajar, pienso. Y además siempre a lo desconocido, para recibir con mis brazos abiertos todos los misterios que me ofrezcan las vivencias imprevistas.  

Pehuencue. Frontera imaginaria entre Chile y Argentina cuyo único simbolo de separación entre dos naciones hermanas es una pequeña estatua cuyos contornos no se logran definir, ya sea por el paso del tiempo, o por el olvido de que somos países emparentados por un mismo pasado. Eso, y un verde letrero que indicaba a mi ser errante que alli estaba yo, entre mi nacimiento y la fragilidad de mi vida actual.  

Y si mi presencia en esos lares me estaba conmoviendo, a poco andar y ya en territorio argentino, y por el mismo camino rural por el cual seguramente han transitado miles de almas para mi desconocidas, apareció un camino de azfalto construido por manos de trabajadores pobres que indicaban que la localidad de Malargue estaba a la izquierda, y Neuquén hacia la derecha. 

Para mi Neuquén es tan desconocido como Malargue. Pero según consta en mi acta de nacimiento, yo nací  el 10 de Diciembre de 1973, en el hospital de Neuquén, Argentina.

Y yo lo veia y no lo creia. Nunca pensé que estaria cara a cara con mi lugar de nacimiento de manera tan inesperada, sin más escenario de fondo que lo que me permitió la improvisación de sentimientos confusos, y mis intentos por recordar mi temprano paso por esas tierras. Y aquel letrero hizo que un escalofrio me recorriera por completo, paralizando mi voluntad de discernir en medio de la nada! Y del silencio! Y del sol! Y de las nubes! Y de los mares de todo el mundo! 

Un trueno interrumpió el flujo de mis pensamientos, y a lo lejos una  tormenta se preparaba para darme la bienvenida. Pero la sensación de estar pisando terreno que a lo mejor era parte de mi historia personal, hizo que todo mi pasado se concentrace en mi presencia ahi. Aqui estoy yo! grité al aire cálido de un día veraniego argentino e intenté plasmar mi pasado,  mi presente y mi futuro, con el paso de mi presencia por el lugar donde naci.  

 

Sali de mi cáscara de ser terréstre, tomé mi cámara digital para camuflar mis interrogántes con el resto del medio que me rodeaba, me puse debajo del letrero que marcaba el comienzo de una infancia sin padres, y fue como si el Tiempo se hubiese metido en una máquina de contar años. O como si un artefacto de contar tiempos pasados, aceptase la presencia de mi cámara digital sin pedir pago por servicios prestados.

Porque de pronto y sin haberlo concebido, constató alguien que a un lado de la frontera de mi historia, se encuentra parte de un pasado que ya nadie recuerda, mientras que al otro estoy yo y mi presente Y mucho más lejos, el futuro.

Mi futuro. Un camino que no recuerdo haber recorrido, y mil preguntas pasaron en ese segundo por mi mente.  

Habré pasado justo al lado de ese letrero 34 años atras? cuando yo era recién nacida y confiaba mi presencia en las manos de mis padres? Dudo que alguien pueda responder esa interrogánte pues su respuesta está demasiado perdida en los devenires de la vida.

 

Y continué mi viaje con la esperanza de llegar a alguna meta, aunque sabia de antemano, que eso no podria ser. Porque si supiera donde está mi objetivo, ya lo habria logrado.

Y de pronto el paisaje lleno de cerros, cerros y más cerros que constituian el trasfondo de una nueva experiencia terrenal en mi vida, comenzó a transformarse en extensa e interminable pampa, que me asombro!

Porque si hubiese sabido que salias a cazar liebres pampinas en las tibias noches del verano argentino, con escopeta española en tus manos, a lo mejor habria exigido estar a tu lado, para acompañarte en esas aventuras de safari escuálido y sin razón de ser. Y a lo mejor mi presente podria haber entonces reconocido algun olor, alguna muestra de mi paso por alli, que me ayudase a sentir nostálgia. Pero yo era tan  pequeña y no sabia hablar. Y nada de mi paso por el país de los che, quedó grabado en mi memoria. Y a pesar de eso, durante muchos años mi pasaporte fue argentino, y mi nacionalidad la de ese país transandino.

Cuentos que mis abuelas y tías tal vez inventaron, y que a lo mejor nunca fueron verdad absoluta.

Texto configurado por Tania Ortiz Zuñiga y Guillermo Ortiz Venegas


Cartas al autor


0 comentarios