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reflexiónes desde las cloacas

Gastón Palacios. Una confesión valiente

Gastón Palacios. Una confesión valiente

(Ilustración: Autoretráto de Gastón Palacios)



El Miércoles 17 de Marzo a las 20 horas, la fotógrafa y cineasta Maud Nycander presentó en el canál estatal de cobertura nacional, SVT 2, su documental “Sluten avdelning” (“Sección cerrada”) acerca de la psiquiatría en Suecia. El domingo 28 de Marzo ese mismo canál televisivo y a la misma hora, presentará la continuación del primer documental de Nycander, y tendrá como figura principal a Gastón Palacios.
Hace un tiempo atrás, Maud Nycander realizó un documental sobre la historia y el desarrollo de la psiquiatría en éste país, llamádo “Sala para almas enfermas” (“Rum för sjuka själar”), que fue mostrado ayer 24 de Marzo a las 21 horas en el Kunskapskanalen (“Canál del conocimiento”).
El diario sueco ”Dagens Nyheter” en su edición del Martes 22 de Marzo y en la sección ”Insidan”, presentó una página completa con una entrevista a Gastón, a propósito de su participación en el documental de Maud Nycander. Esa entrevista la hizo la periodista Malin Nordgren y la pueden encontrar en sueco en la siguiente dirección:
http://www.dn.se/insidan/plotsligt-hade-jag-en-framtid-1.1065292


Este artículo enfoca una parte de la vida de Gastón Palacios. Un nombre, una persona. Alguien que vive entre nosotros, con sus experiencias, sus vivencias cotidianas, sus sueños y un futuro que va construyendo paso a paso.
Gastón y yo tenemos algo en común: el haber vivido durante un período corto en una misma ciudad temporal, Concepción, bajo el mismo techo del conocimiento científico comprometido, de la Universidad de esa ciudad.

A comienzos de los años seténta, él estudiaba Arte, y yo Sociología. Y en esos tiempos de politización extrema y de agudización de todas las contradicciónes de la sociedad chilena, su dinámica obligó a todos y cada uno de sus componentes a cerrar filas en torno a algún proyecto político de esa época, y su correspondiente forma de vida consecuente al mismo. Unos optaron por aliarse al pueblo pobre; esos que nunca beben champagne cuando se casan entre sí. Y otros con la oligarquía y los ricos; esos que están dispuestos a aniquilar a quién quiera que sea, si ese acto es declarado rentable.
Gastón y yo cerrámos filas con los primeros y nuestro compromiso – cada uno por separado - en busca de una sociedad justa para todos, nos obligó al largo recorrido del exilio eterno, lo cual sin saberlo nos llevó a seguir caminos similares: Buenos Aires en Argentina, Bucarest en Rumania, para aterrizar finalmente en Estocolmo, la capital del reino de juguete sueco.
Aqui nuestros caminos se separaron, y durante casi tres decenios nada supimos el uno del otro. El vivió su vida, y yo la mia. Y un buen día del més de Diciembre del año 2009, de esos que la rueda de la sociedad de consumo aplasta brutalmente, en su paso hacia las navidades hipócritas, nos reecontramos en una pequeña sala de la Libreria Latinoamericana en Estocolmo. Gastón en sus actividades de solidaridad con los cinco cubanos detenidos arbitrariamente en USA, acusados de actividades terroristas, y yo para informar y pedir presencia solidaria ante la marcha anual que los nazis llevan a cabo en Salem todos los años. Una vez más estabamos luchando contra el mismo enemigo, pero desde trincheras distintas. Cada uno en su propio frente, pero unidos por el hilo de la entrega consecuente que el paso del tiempo, parece haber acentuado en cada uno de nosotros dos.

Que también le dimos una dura peléa a nuestros demonios internos, no lo sabía entonces, ni tampoco nos lo contámos. Tal vez la alegría de nuestro reencuentro ahogó transitoriamente las profundas dolencias de nuestras almas. O simplemente el júbilo de ese encontronazo no permitió que otro sentimiento aflorara en esa ocasión.

Y porque lo conozco y sé quién es, su historia me conmueve aún más. Este artículo lo escribí después de haber pedido su autorización para hacerlo. Aunque a la hora de mostrarlo aquí ya esta parte de su vida dejó de ser privada, y es de conocimiento público. Muestra una vez más de su personalidad generosa que lo llevan a compartir incluso sus penas, para de esa manera ayudar otros que puedan rescatar algo positivo de sus experiencias.

Durante muchos años, Gastón sufrió de profundas depresiones que logró mantener en jaque gracias a terapias y medicamentos antidepresivos. Pero poco a poco, su estado fue empeorando.
”Llegué a un estado de apatía casi total, que me quitó las fuerzas para comer, beber, vivir. Mi cuerpo no podia más, ni fisica ni mentalmente. Y me di cuenta que no podria aclararme por mis propias fuerzas”, confiesa.
Se internó en la sección 6 del hospital Sankt Görans, justo en el momento en que Maud Nycander filmaba su documental “Sección cerrada” en cuya segunda parte, Gastón tiene un rol principal.

A poco tiempo de estar en la sección de siquiatria de ese hospital, el médico responsable de su recuperación le propuso un tratamiento basado en choques eléctricos (ECT) para combatir su estado depresivo, proposición que Gastón tomó con mucha desconfianza y dudas. Sin embargo, desde el hospital le pidió a su familia que se dedicase a reunir información sobre ese controversial tratamiento. Y él mismo se dedicó a la dificultosa tarea de leér un folleto que habia recibido del personal de ese centro psiquiátrico.
”Como consecuencias de mi depresión tenia enormes dificultades para concentrarme. Pero lentamente y poco a poco logré leér todo el material, lo cual me permitió tener una actitud menos negativa respecto al tratamiento con choques eléctricos.” Y al cabo de una semána, aceptó comenzar el mismo.
Gastón participó en doce tratamientos, y el resultado de los mismos lo comenzó a sentir recién después de más de un més de comenzados.

Paso a paso, comenzó a recuperar sus fuerzas y también las ganas de vivir. Ha tomado la decisión de cambiar su estilo de vida, de ser más disciplinado, de planear su tiempo entre otras cosas. El documental que se presentará el Domingo 28 de Marzo en el canal estatal SVT 2, muestra el desarróllo de ese período en la vida de Gastón, en donde se puede apreciar el cambio en su estado de salúd mental.

Gastón Palacios, de 58 años de edad, artista-pintor, radicado en Estocolmo desde 1976 y uno de los pocos amigos que tengo desde el Chile de los sueños irrealizables, tuvo el coráje y la valentía humána de dar a conocer su estado de salúd actual, con el único objetivo de poder ayudar con su experiencia a otros que se encuentran en situaciónes similares. Porque está convencido que puede ser útil contando sus vivencias. Y asi como el mismo lo dice: “Quiero mostrar que existe una alternativa, que se puede recibir ayuda. Es común que la gente sienta miedo por ser internada en una sección de psiquiatría. Pero las dos veces que estuve internado (estuvo acogido por depresión una vez antes de comenzar con los tratamientos de ECT), me sentí seguro. El personal se ocupó todo el tiempo que me sintiese bien. Y creo que se tienen que tener cualidades especiales para trabajár en psiquiatría. Una sensibilidad especial, un interés por el ser humáno que la mayoría de los que alli trabajaban tenian.” Asegura Gastón.

Después de su experiencia positiva, él y su familia han cambiado de opinión respecto al tratamiento basado en choques eléctricos.
”De hecho, este tratamiento me salvó la vida”, agrega finalmente.



Nota del autor: Yo trabajo en psiquiatría desde hacen casi diez años, y en mi paso por las distintas secciónes de esa rama, me ha tocado en más de alguna ocasión observar pacientes que fueron tratados con ECT. Y puedo afirmar de su efectividad como método para vencer una depresión grave, en la gran mayoria de los casos.
En el hospital de Huddinge, en donde trabajé hace seis o siete años atrás, se llevaban a cabo estos tratamientos todos los Lunes, Miercoles y Viernes. En la actualidad se realizan en Suecia, 45 000 tratamientos de este tipo al año.

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